Entrenamiento Mental, cómo superar la frustración de la lesión deportiva
Mi primera lesión deportiva fue el diagnóstico de una hernia en uno de mis gemelos. A los 13 o 14 años, siendo un deportista destacado a nivel nacional, estrella en el colegio, y sobre todo un fanático de mi disciplina –más allá de los resultados-; lo que me dejó en un estado depresivo fuerte. Sentía en ese minuto que perder tres o cuatro semanas era tirar por la borda años de esfuerzo y entrenamiento, era “terminar mi vida deportiva”. Se acababa todo, no había nada que hacer. Un mes sin entrenar era morir, se derrumbaba parte de mi vida.
Nunca debí operar ni tratar mi lesión de ninguna manera, pues -si bien es ínfima- sigue ahí. Así y todo seguí con mi carrera deportiva, destacando en mi especialidad –atletismo, lanzador- y hoy como montañista, sigo destacando en algunos aspectos. Mi vida deportiva continúa, pero el gran problema fue mi mejoría psíquica.
Esta no fue la primera vez que enfrenté estas situaciones: hace unos siete años y luego de subir el San Ramón, una roca cayó en mi pierna derecha, cientos de kilos directamente a mi gemelo. Acá apareció una lesión en mi rótula izquierda y una inflamación magistral en el gemelo afectado. Salvando los detalles del accidente y del descenso, de un día a otro estaba en casa, en cama, sin poder moverme, en cierto sentido inválido. La sensación opresiva, limitante, que yo mismo me estaba poniendo era más fuerte que el accidente o las lesiones. El dolor emocional fue más traumante que los hechos en si.
Producto de esto, entré en un proceso de bajón anímico, que quizás podríamos llamarlo un cuadro depresivo producto de las lesiones. Mi ánimo y humor fue en picada, no quería ver a nadie, estaba insoportable, encerrado, acostado, sintiendo que mi mundo volvía a desmoronarse. Nuevamente volvía a ver sólo la inmediatez, la punta de mi nariz, dejando de lado a la gente a mi lado, y por sobre todo: perdiendo las perspectivas reales.
Semanas después un traumatólogo me diagnosticó un problema crónico, una desviación en mi rótula, y la frase para el bronce: “deja el deporte, mejor se una persona SEDENTARIA”, fue el puntapié para mandarme al suelo.
No quiero hacer un relato de mi vida, sino ejemplificar lo que siente una persona, un deportista, un ente activo frente a una lesión deportiva; o más que una lesión, la lesión que nosotros mismos causamos en nuestra mente.
Lo primero y CLAVE es mostrar que ante esto –y en muchas situaciones de la vida- podemos centrarnos en el problema, deprimiéndonos, envolviéndonos en emociones negativas o tóxicas, llorando y autocompadeciéndonos. ¿Sirve de algo? De nada, sólo perdemos recursos; tiempo y energía básicamente. ¡Debemos centrarnos en buscar SOLUCIONES! Las situaciones y problemas son pasajeros, de alguna u otra forma se solucionan y/o se avanza con ellas. Lo que tiene solución lo arreglamos; lo que no tiene solución… no la tiene y no vale la pena enfrascarse en ello.
Un dato clave para la recuperación (de cualquier tipo): tener las ganas, la actitud de salir adelante. Pasando de elementos místicos y mágicos, los ítems citados generan en el organismo una mejor y pronta regeneración de tejidos y aumento de nuestras defensas, entre otros beneficios.
No soy Tomás Ravanal –nuestro gran escalador-, o Fernando Gonzalez, pero al igual que a ellos, a mí y a todos nos aquejan lesiones y achaques. La clave esta en cómo miramos y enfrentamos estas, de modo que no se transformen en lesiones psíquicas –trabas mentales- que nos afecten aún más gravemente que las meramente físicas. Existen variados deportistas que producto de lesiones crónicas, optimizaron sus técnicas para compensar dolores y falta de movimiento, transformando su problema en potencialidades que los hicieron únicos. Para conocer a algunos de estos, les recomiendo el libro Zen 305 de Ferran Martínez.
Actuales investigaciones nos dicen que los factores psíquicos desempeñan un papel importante en la rehabilitación de las lesiones, pero antes de esto es que hay factores psicológicos que pueden contribuir a las lesiones físicas (esencialmente el STRESS). O sea, nuestra psiquis puede ayudar a que nos lesionemos, pero también es esencial en nuestra recuperación.
Como sobreponerse a una lesión.
Hace un tiempo atrás le comentaba a Tomás Ravanal que en los últimos tres días había sufrido varias lesiones que me condenaban a parar mis entrenamientos y actividades físicas. En ese momento –le explicaba- tenía dos caminos a elegir: a) el “fácil y lógico” de bajonearme[1], encontrar todo negro, odiar al mundo y a mi mismo; y b) asumir las lesiones y buscar las soluciones, aprender de la situación (Primer error: me sobrentrené escalando y esto causó la tendinitis en los hombros). Buscar médicos, terapias… y entrenar otros aspectos[2].
Existen estudios y experiencias de deportistas de al elite mundial que luego de complicadas –y a veces realmente invalidantes lesiones- han logrado volver al mismo o mejor nivel que antes. Para esto les recomiendo ver películas como “El Guerrero Pacifico” (donde más allá de la recuperación del protagonista, es destacable el desarrollo y la ventana hacia la filosofía y herramientas propias del budismo Zen), o varios capítulos y experiencias de medallistas olímpicos o mundiales relatadas en “Entrenamiento Mental, para optimizar el rendimiento”.
Entonces, podemos elegir cómo afrontar el problema. Llorar y estancarnos, o mirar a los ojos a la lesión, desafiarla y confrontarla; elegir salir adelante.
Luego de este primera gran “elección”, les dejo las recomendaciones de un equipo de esquiadores de elite para afrontar lesiones y facilitar la rehabilitación:
– Interpretar los mensajes del propio cuerpo y actuar en consecuencia.
– Aceptar y manejar positivamente la situación.
– Concentrarse –y estudiar- la calidad de los entrenamientos.
– Ojo con el sobreentrenamiento y el stress.
– Buscar y utilizar recursos médicos- terapéuticos.
– Fijarse metas (a corto y mediano plazo, que nos motiven).
– Trabajar en el entrenamiento de las habilidades mentales (no hay mejor oportunidad para entrenar el Afrontamiento).
– Utilizar técnicas de creación de imágenes mentales y visualización.
Y para terminar esta tediosa columna, mostrar las conductas típicas –observadas y medidas- en tratamientos exitosos en la rehabilitación de lesiones deportivas incluyen las siguientes:
– Cumplir con las instrucciones de restringir la actividad física.
– Terminar a conciencia los ejercicios de rehabilitación indicados para el hogar.
– Terminar a conciencia el programa de crioterapia o tratamiento de frío del traumatismo indicado para el hogar.
– Cumplir con el régimen de medicación y otras indicaciones médicas.
– Participar sistemáticamente y con entusiasmo en los programas de ejercicios de rehabilitación que se realicen.
Y ahora me voy a escalar, luego de semanas sin estirar los dedos.
[1] De tomar este camino creo debiese dedicarme a otra rama de la psicología. ¡Hay que aplicar lo que se predica!
[2] Años atrás, un entrenador de atletismo me enseñó que no importa la lesión, se puede entrenar de igual manera. Si tengo una pierna mala, me queda la otra pierna, abdominales, dorsales, brazos, cuellos que ejercitar. Esto sin mencionar: entrenamiento invisible, visualización, ejercicios de relajación, etc.
Ps. Sergio Miranda C.
Entrenamiento Mental
www.entrenamientomental.cl
Cursante Magíster Internacional en Psicología Aplicada a la Actividad Física y al Deporte.
Departamento de Psicología FEACH
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