El Pensador: Morir o No Morir Haciendo lo que Amamos

Si bien la muerte es parte de la vida misma, poco sabemos de ella. Menos aún existe el estar preparado para recibirla. Cada día es un premio y pocas veces nos ponemos en la posición de que, por la práctica de nuestra actividad, cada salida, expedición o pegue es un una tentativa a que «pase algo» (al igual que andar por la calle y algún automovilista se salga del camino y nos atropelle). Pero al ser nuestras actividades deportes de aventura o riesgo en un ambiente natural, pese a nuestras herramientas y experticias, la pachamama puede decir otra cosa.

Los accidentes son parte de nuestra actividad y de cuando en cuando nos toca lidiar con trágicas noticias de ellos con consecuencias graves o muertes. Lamentablemente, en la medida que la escalada y montañismo sigan siendo deportes en expansión y donde cada vez más gente se incorpora a la práctica deportiva, el número de accidentes seguirá en alza, ya que es más fácil comprarse todo el equipo y pensar que esto nos deja listos «pal cerro» que instruirnos o ir progresando de forma gradual hasta lograr las experticias reales.

¿Quién no ha salido de su casa con alguna «sensación» extraña, como que algo no anda bien o se nos olvidara algo? y luego, en la montaña, ¡SUÁCATELA!, se me quedaron los calcetines gruesos. «AAAAh filo, si la hago igual»… consecuencia: antes de la cumbre, los dedos como pan tostado olvidado en el fuego. O escalando ¡PAM! se rompe una toma y cae un camote a pocos centímetros del asegurador sin casco y uno piensa: «OOOOOOh la mansa CUEEE…» y a la semana siguiente, estamos en el mismo lugar asegurando sin casco, pensando: «total ya se rompió y no quedó nada, así que imposible que me pase algo de nuevo», sin haber usado nuestra «habilidad de raciocinio» para tomar esa «suerte» (la cual se termina agotando) para generar un aprendizaje y ponerse el «maldito casco», que si bien no me veo como los mijitos ricos de los videos, pucha que puede salvar.

Seamos conscientes de que un error se paga y no barato. Seamos agradecidos con quienes nos apoyan y aguantan nuestras locuras, ya que de verdad cada salida puede ser la última. Suena trágico, pero gente se pierde y muere en el cerro Manquehue en medio de la ciudad , cosa que parece impresionante; por ende, ya estando sin celular, la cosa se pone bastante más color de hormiga. Por eso, antes de salir, siempre despidámonos con amor; no porque quizás no regresemos, sino porque es lo que se siente y quien tenemos al lado lo merece. Una pelea la noche anterior con «la pierna suave» o  los papis no significa que no los amemos y salgamos sin decir ni chao, porque si algo pasa, quizás lo primero que pensemos sea: «como tan ANIMAL de no darle un beso y un abrazo antes de salir y yo acá todo complicado».

También está el caso de que nuestra cordada no sea uno de nuestros amigazos, sino alguien con quizás menos experiencia, como nuestra linda polola que, aburrida de vernos salir, decidió acompañarnos y ver qué es lo que tanto nos hace alucinar. Querrá compartir y disfrutar con nosotros, pero a los tontones se nos olvida que no es el amigo con el que escalas desde hace años, entonces le exigimos a nuestras expectativas y la llevamos a hacer nuestros proyectos o algo que sea entrete para nosotros y quizá ella no tiene el nivel, la cabeza o el entrenamiento, generando un estrés innecesario y disminuyendo el estado de alerta y concentración de ambos. Esto podría llevarnos a tomar malas decisiones (tan malas como ir a escalar algo que a uno le puede costar con alguien que, con suerte, ha escalado un par de veces) que, como resultado, nos ponen en situaciones riesgosas innecesarias y nos genera el manso «PÁ, DRAMA» por brutos; finalmente, expusimos a quien amamos a algo riesgoso y, ante cualquier accidente, hubiese sido 100% nuestra responsabilidad.

El fin de semana pasado supimos de un par de accidentes. Uno en montaña, en el volcán Puntiagudo donde 2 expediciones distintas (una chilena y otra argentina) tuvieron que lidiar con las técnicas condiciones de este cerro sumado a malas condiciones climáticas, lo que terminó costando la vida de 3 montañistas, quienes se despidieron de la vida en lo que eligieron como su terreno de juegos y donde buscaban la concreción de un sueño que, pese a tener el conocimiento y equipo, la naturaleza tuvo la última palabra decidiendo que esa fuera su última montaña.

El otro, afortunadamente, no llegó a tener consecuencias tan tristes como el anterior. Eso fue solo por fortuna, ya que  una caída libre desde unos 8 metros aprox. ha costado la vida del implicado en muchos casos. Esto ocurrió en una de las escuelas más clásicas de  Santiago, Las Torrecillas del Manzano. Afortunadamente, un grupo de escaladores que se encontraba en la zona tuvo una rapidísima respuesta, asistiendo al lesionado y bajándolo hasta un punto donde pudo ser trasladado en helicóptero para una óptima atención.

Ambos accidentes ocurren en el marco de realizar aquello que hace que nos levantemos por las mañanas con ganas de que sea fin de  semana luego,  para poder disfrutar y estar en nuestro terreno de juego, pero sin duda una «mala» decisión puede tener costos muy altos, ya que no se trata de tirar un penal fuera o pegarle una patada a un rival: son nuestras vidas. Además, hay que recordar al grupo de seres queridos tras nosotros que «sufren» cada salida que nos pegamos al monte y no descansan hasta vernos en casa.

Por todo esto: celebren y disfruten cada pegue, intento, ataque o cumbre, pero recuerden que no se encadena hasta estar en la casa sano y salvo. Si te inicias en esta actividad, como seguramente no escatimarás en equipo, tampoco escatimes en la adecuada instrucción, ya que muchas veces el amigo buena onda que nos enseña  sabe algo poco y lo que nos transmite siempre será algo menos, haciéndonos un flaco favor. Sé consciente de tus limitantes, porque el traje no hace al superhéroe.

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Por Chileclimbers.