El tiempo libre como herramienta para desarrollar tus ideas
¿Cuánto tiempo del día pasamos verdaderamente enfocados, centrados en algo?, ¿y en los mementos “libres”? Estar mucho tiempo con la mente a la deriva, volando como un pajarito, sumidos en ensoñaciones, no es sano. Estudios han demostrado que si el cerebro deambula en exceso la persona es menos feliz por la desconexión de la realidad. En esos momentos tan volátiles, se activa la Red Neuronal por Defecto, y se sabe que está directamente relacionada con el déficit de atención y los trastornos de ansiedad, entre otros.
“No hacer nada”, o tener ratos de ensoñación o simplemente dejar volar la cabeza, de manera programada y en el momento oportuno, puede traernos enormes beneficios, sobre todo en aspectos tan importantes como la creatividad.
Esos momentos “EUREKA” en donde creamos o solucionamos algo casi como por magia, tienen base en zonas específicas de nuestra cabeza. M. Jung- Beeman, de la Universidad de Northwestern, lleva más de 15 años estudiando que pasa en esos instantes claves. Sobre esto podemos sintetizar: los seres humanos tenemos la tendencia a resolver el 60% de nuestros problemas aplicando la “técnica eureka”. Para este fenómeno: primero, en una fase preparatoria, se moviliza la corteza prefrontal y la corteza anterior cingulada que son zonas involucradas en la toma de decisiones y en la planificación. Luego viene una fase de búsqueda, la que conlleva un alza en las ondas gamma, relacionadas con la creatividad entre otras cosas. O sea, momentos antes de la inspiración, se produce una explosión eléctrica. Todo este proceso “eureka” es algo aun no totalmente develado, pero si se sabe que algo muy complejo, delicado y que para que ocurra se necesita que el cerebro este relajado en extremo para sí explorar asociaciones remotas (cuando estamos tensos, agotados o muy centrados en alguna idea/problema, solo nos centramos en lo que tenemos al frente, dejando de hacer asociaciones con otras cosas o ámbitos, limitado nuestra capacidad o potencialidad).
Cuando tratamos de buscar respuestas a una situación compleja y nos presionamos y esforzamos para lograrlos; acá tenemos el principal problema. Estamos tensando nuestro cerebro y funcionar desde este modo “consciente”, que no es un buen recurso en este tipo de situaciones en las que la creatividad entrar en juego. Cuando estamos ansioso o estresados, nuestra visión es en forma de túnel, con lo cual no estamos abiertos a las alternativas ni a las opciones. No hace falta que lo digan los científicos, muchas respuestas viene después de dormir, mientras regamos el pasto o nos duchamos. Nuestros recursos inconscientes son mucho mayores que nuestros recursos conscientes, inclusive se podría decir que son ilimitados. Para resolver un problema, deja de tratar de resolver el problema; el inconsciente es más listo y rápido que nosotros.
La clave para potenciar la ocurrencia de estos momentos está en los momentos antes. Si realizamos de manera planificada tareas agradables y rutinarias, que no nos hagan pensar, ni forzar el cerebro… esas que nos dejan medios ausentes, llegara ese momento tan deseado y necesario: ¡ajá! Este “no hacer nada mental” nos permite escuchar otro tipo de conexiones neuronales más débiles por ser nuevas, que no escuchamos cuando estamos bajo presión y centrados en otra cosa.
Al generar entornos que faciliten ese no hacer nada mental, te ayudará a ser más creativo.
La mente errante
Gran parte del gasto energético del cerebro aun nos descubre en que se va, este órgano consume un 20% del oxígeno y nutrientes que consumimos, y la energía consumida por nuestros procesos mentales conocidos es de un 5% de toda la energía empleada por el cerebro. ¿Dónde va el 95% restante? Sigue siendo un misterio. Siempre está trabajando nuestro cerebro, y en estado de reposo también. Lamentablemente recién se está empezando a considerar e investigar en este estado, antes desechado de los estudios. Este estado de “no hacer nada” o de reposo cerebral, es un circuito compuesto por una serie de regiones cerebrales interconectadas, que se desconectan durante la ejecución de tareas cognitivas de cualquier tipo, pero que están muy activas en estado de reposo. Hasta el momento esto se ha relacionado con la propia monitorización de estados internos y de la memoria autobiográfica. Esos momentos de estar con la mirada perdida, embobados, desconectados, no haciendo nada en concreto, nuestro cerebro es capaz de conectar presente con el pasado.
“Vagar la mente”, una forma de soñar despierto, estar enfocados hacia adentro. Al hacer esto logramos conectar con nuestra propia visión; las ideas son más probables cuando puedes mirar dentro de ti y no centrarte en el mundo exterior, cuando te sientes suficientemente seguro como para parar y divagar, y no estar preocupado de prestar atención a lo que sucede a tu alrededor por unos momentos. Por esto debemos buscar y darnos estos momentos.
¿Cómo entrenar todo esto?
Debemos introducir pequeñas acciones, detalles en nuestro día a día; planificar y dar espacio a esto:
-Buscar y tener al menos 10 minutos al día de “inactividad”: date este tiempo para que la mente divague, aunque sea de camino a algún lado, en la micro por ejemplo.
-Apaga el celular o al menos déjalo de lado el fin de semana: no hay mucho que decir. Somos dependientes y estamos condicionados al teléfono, ni Pavlov lo podría haber hecho mejor. Dejémoslo de lado y tratemos al menos una hora al día el apagarlo y tener un “cara a cara”.
-Prioriza tus tareas, selecciónalas: no sirve hacer 1000 cosas por día, nos distraemos de lo importante y después tenemos la sensación de no tener tiempo para “no hacer”.
-Respeta y promueve el “no hacer nada” en los otros: coordina, organiza, ponte de acuerdo con los demás para que todos tengas su espacio de no hacer nada.
-Realiza alguna actividad placentera y manual: suena raro. Busca actividades que te ayude a entretenerte, que sean sencillas y que puedan ser productivas y motiven: cocinar, jardinear, modelar figuras…