Chequeo cruzado // responsabilidad colectiva

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chequeo cruzado arnés escalada ocho nudo

Como en muchas ocasiones anteriores, nos juntamos con un grupo de amigos en la tarde a escalar en el muro de la Universidad. En el grupo había gente que escalaba hace mucho, y otros que motivadísimos, llevaban poco tiempo. Ese día haríamos resistencia subiendo en reiteradas oportunidades la misma ruta. Nos equipamos y a darle… En el primer pegue, una compañera estaba haciendo su primer intento a una ruta con desplome, y en un momento se soltó por un paso duro; ¡quedamos todos helados cuando la vimos colgar de cabeza sólo de las perneras de su arnés!… ella no escalaba hace tanto tiempo, por lo que no percibió la gravedad de la situación en la que se encontraba. La bajamos y cuando llegó al suelo, se preocupó al ver nuestras caras de susto al haber sido testigos de tal “milagrosa” salvada.

Fue un momento muy tenso, pero al revisar los errores cometidos, nos dimos cuenta que todos teníamos la culpa. Ella estaba acostumbrada a escalar con un arnés de ajuste simple (ese que sólo es necesario ajustarlo apretando el extremo), y en cambio ese día estaba ocupando un arnés tipo hebilla de cinturón, en el cual es necesario devolver el extremo por la hebilla, paso que ella no hizo y hasta ese momento, no sabía que debía realizarlo, para garantizar que tras una caída, el arnés no se suelte o se abra en la cintura, como le ocurrió. Ninguno de nosotros realizó una medida básica de seguridad; el chequeo cruzado con la cordada.

A muchos escaladores, incluso muy experimentados, les han ocurrido situaciones similares; hacer mal el nudo, no ponerse el equipo en forma apropiada, pasar la cuerda sólo por una traba o simplemente no terminar de hacer el ocho. Estas situaciones pueden desencadenar accidentes gravísimos e incluso fatales, pues mientras más tarde son corregidos, mayor es la probabilidad de que se produzca un accidente grave. Por ejemplo, Lynn Hill señala en el primer capítulo de su libro “Free climber: mi vida en el mundo vertical” una anécdota de una  escalada típica con su cordada en la que en su primera ruta de calentamiento no terminó de tejer su nudo y cayó más de 20 metros, salvando su vida de milagro. Señala que este accidente se hizo cada vez más grave mediante progresaba en la ruta, pues si se hubiera dado cuenta en la primera chapa seguramente no hubiera tenido el mismo desenlace que al soltarse del top y caer hasta el suelo. Además, pudo haberse evitado si su cordada o algún otro escalador que se encontraba observando su escalada se hubiera percatado del error al tiempo necesario para corregirlo.

Si bien somos nosotros mismos los primeros responsables de nuestras acciones, es muy probable que todos alguna vez cometamos un error tan simple, y nadie puede decir que cada vez que se hace el nudo o se pone su arnés está 100% concentrado en eso; muchas veces hacemos estos procedimientos que ya nos parecen casi mecánicos, conversando con los amigos o pensando en el crux de la ruta que intentaremos a continuación. Y es en esos momentos en que contamos con la ventaja de realizar este deporte en conjunto con otros varios ojos que nos pueden corregir a tiempo.

Colaboración anónima. 

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