Sistemas de Graduación en la Escalada: ¿Cómo entenderlos?

Si bien los grados son en parte lo que nos motiva a escalar mejor, no es lo que nos define como mejores escaladores. La esencia de este deporte no está en escalar para encadenar un número, sino en escalar para nosotros mismos y disfrutando al máximo. Más que obsesionarse en aumentar el grado, hay que enfocarse en aumentar el conocimiento y el entendimiento: movimientos, técnicas, lectura, visualización. En ir empujando nuestros límites mentales y físicos poco a poco, asimilando el progreso en su totalidad. Y sobre todo, ir forjando amistades que nos lleven a generar experiencias de escalada –mientras más diversas mejor- que son las que realmente nos forman como buenos escaladores.

Un gran escalador es aquel que puede adecuarse a todo tipo de formación, roca y circunstancias. Al caer de una vía o un bloque, el foco principal no debe estar en la frustración o la autoflagelación, sino en buscar sacar el mayor aprendizaje posible de lo que acabo de vivir, aprender de ellos y recopilar toda es valiosa información para cada vez convertirme en una mejor versión de mi mismo.

Tampoco podemos negar que las graduaciones son útiles y ayudan también a orientar a las personas a progresar y ordenar el aprendizaje en función a sus capacidades de forma lógica y real. Los grados nos ayudan a identificar la dificultad y el peligro de una ruta, ordenar un entrenamiento o incluso la apertura de un gimnasio o campeonato.

¿Cuáles son los factores que contribuyen a clasificar la dificultad de una ruta?

• La dificultad técnica de los movimientos.
• La fuerza y aguante requeridos para realizar los movimientos.
• Cuán difícil es proteger al escalador.

Dentro de esta línea, pese a que la escala de graduación busca dar un piso solido sobre el cual moverse, es muy importante considerar que todos los sistemas de graduación no son exactos y están abiertos a interpretación, debido a que los grados son otorgados en base a un consenso social de la comunidad escaladora de la zona. Por lo que nunca hay que dejar de ser precavido cuando se escala una ruta que no se conoce. Y siempre es mejor partir con rutas de una dificultad baja para uno, no sólo para calentar, sino también para adecuarse al estilo de escalada que exige la formación rocosa de la zona y su dificultan en función a las graduaciones (hay zonas donde los abridores pueden haber sido más exigentes que en otras).

En Boulder el sistema de graduación más común es John Sherman’s V y la escala Fontainebleau. Pueden ser comparados a la graduación americana decimal, pues algunos gimnasios la utilizan para clasificar los problemas. Aquí están las tablas comparativas que van grado por grado.

Sí bien la tabla de graduación en escalada es algo que tiende a distraer la atención del escalador en base de lo que es importante (El disfrutar, el aprendizaje, entre otros), también es una herramienta que puede ser útil para guiar objetivos y metas. La sigla 9A fue algo que llevo a Anghelo Bernal a viajar 5 años a Europa para poder alcanzar ese objetivo. Es algo que ha impulsado a escaladores como Alex Megos, Daniel Woods, Adam Ondra, Margo Hayes y Laura Rogora en querer superar la barrera de lo conocido e ir en búsqueda de grados más difíciles.

Los grados en la escalada son un arma de doble filo, ya que pueden orientar tu escalada a un ámbito más competitivo, centrado únicamente en la meta y no así en el trayecto recorrido para intentar llegar a ella. El grado puede ser un punto de referencia pero es importante que este no nos aleje de la razón por la cual practicamos este deporte. Siempre debemos estar en línea con ese fuego interno que nos hace querer estar colgados 30 metros por sobre el piso, y que el no poder alcanzar cierta ruta o grado no sea algo que nos apague ese fuego. Que el compañerismo y las ganas de disfrutar sean lo primordial, y los puntos de referencia que orienten y guíen nuestra atención a través de este amplio y diverso mundo que es la escalada.