Una mirada a Cochamó
06:00 am. Suena la alarma, el cuerpo quiere seguir durmiendo, nos encontramos haciendo vivac en la base del Trinidad norte. Espero a ver si es que alguno de mis amigos comienza a dar señales de activación. Hace un poco de frio, no dan ganas de moverse, hasta que de repente se empiezan a escuchar las primeras voces; “yapo nos levantamos o no?”, “démosle no más po, activación!” responde otro. Escucho esto y me doy cuenta que la levantada ya es inminente, y el pensamiento que se hace presente es que se viene una larga jornada colgado a la pared.
Nos levantamos y comenzamos a preparar un desayuno rápido, tenemos que aprovechar al máximo la luz de día, las mochilas con el equipo habían sido preparadas la noche anterior. Se termina el desayuno y acto seguido emprendemos la aproximación a la ruta, la cual deben haber sido unos 40 minutos. Llegamos a pie de vía y mi primera impresión es ver un slab con poco y nada donde avanzar (el Slab es algo así como una placa aplomada con agarres ínfimos, si es que hay, en donde progresar se basa en gran parte por la adherencia de los pies a la roca).
Primer largo, un 5.11c de placa… bonita manera de comenzar a calentar los dedos. Y así es como nos iniciamos en la aventura por la ruta. 12 largos en mente, 5.11d/5.12a (7a/7a+) en donde la meta es poder terminar uno de estos clásicos de Cochamo.
Empezamos con toda la motivación, van cayendo los primeros largos, empiezan a aparecer uno que otro runout en donde te fuerzas a mantenerte calmado y confiando en las capacidades de uno, los primeros vuelos, empiezan las heridas en las manos, el grado se empieza a sentir. Así seguimos así hasta la terraza del largo 7, en donde paramos a hidratarnos y comer algo. Ya se hacían notar las primeras señales de cansancio.
Run out y mares de granito para trabajar la cabeza. Foto: Vicente Carmona.
Compartimos un tabaco, unas risas y unos cuantos frutos secos. Nos disponíamos a seguir avanzando cuando de repente se escucha un “Esperen!”, dice un amigo dando señales de que la urgencia de ir al baño por el 2 era mayor que continuar la vía. Nos volvimos a sentar a descansar hasta que terminara las maniobras apropiadas jaja.
Continuamos la vía, se venía la segunda tanda de largos hasta llegar al “best belay in cochamo” en donde pronosticábamos nuestro siguiente descanso. Fisuras de dedos, diedros, placas, dulfers, fisuras de manos, offwidths, travesías, de todo tenía la vía para ofrecer. Obviamente algunos estilos acomodaban más que otros, el cual hacia que cada uno sintiera que era lo mejor para puntear. Luchando en cada largo logramos llegar al “best belay”, una cueva en mitad de la pared en donde te puedes sentar a mirar todo el valle. Simplemente hermoso.
El team entre pegue y pegue disfrutaba de los descansos y las increíbles vistas que entrega la escalada en Cochamó. Foto: Vicente Carmona.
Nuevamente compartimos algo para comer, unos tabacos, y su respectiva hidratación. Nos encontrábamos a dos largos de terminar la vía, andábamos re bien de tiempo, habíamos podido escalar a buen ritmo sobreponiendo la fatiga. En lo personal no quería más guerra, pero no estaba solo, era mi deber continuar y lograr entre todos el objetivo que nos habíamos propuesto.
El seba se prepara y se monta en el largo 11, en donde sabíamos que se venía el “hard offwidth” (una fisura en donde una sola mano ya no sirve para empotrar, sino que te exige ambas manos o el mismo cuerpo para empotrar). Pasa el crux y comenzamos a celebrarlo que se lo había chingado, cuando de repente la fatiga fue más y pidió tensión desde un .75 que había colocado bajo un bloque que se veía sólido y había usado previamente. La cuerda se tensa y comienza a crujir la pared. Nosotros desde la cueva empezamos a escuchar este y ruido y acto seguido paf! Se desprende el bloque del tamaño de un refri, el Seba sale volando, el Renzo disparado a la reunión de donde estaba asegurando y el rocón cayendo por toda la vía rompiendo todo a su paso. Suena un estruendo gigante cuando cae a piso y se levanta una polvareda que nos sobrepasó por la reunión en la que estábamos en conjunto a un tremendo olor a pólvora. “csm el seba!” fue lo primero que se me vino a la cabeza. Pasa un segundo de silencio cuando toda esta escena termina y se escucha un “CONCHATUMADRE!!” Para suerte de todos el número anterior que había puesto el Seba estaba más hacia la izquierda, por lo que el péndulo lo salvó de que el bloque se le viniera encima, y para suerte nuestra el estar en la cueva también nos protegió de que se nos viniera encima e bloque. El Seba estaba bien, con la adrenalina a mil, nosotros sin entender nada, nos dice que estaba bien, que iba a seguir, y así fue. Se repone y sigue escalando hasta llegar a la reunión para el último largo.
La «buena cueva» estuvo de parte de los cabros esta vez. Foto: Vicente Carmona
Para nosotros ese fue el fin, vivir esa experiencia y ese susto nos hizo tomar la decisión de que hasta ahí habíamos llegado no más, lo mejor era bajar. Reponerse al daño mental provocado por esa caída no fue suficiente para querer continuar la ruta así que le pedimos al Seba que montara el rapel y bajáramos, entrando en razón de que era lo más sensato dados los ánimos y emociones.
Logramos llegar a piso con la última luz del día, y celebramos que estábamos con vida. Se generó una felicidad en nosotros por estar en el suelo y que salimos ilesos de esa mala experiencia. El día siguiente sería un nuevo día en donde todo seguiría con su normalidad.
Los cabros ya en tierra, celebrando un nuevo día en el paraíso afortunadamente, y aprendiendo las lecciones del trepe .
A fin de cuentas, ese siempre es la meta. Salir vivos para volver a tener la oportunidad de escalar otra vez.
“Las manos del día”, rutón de cochamó.
Esto es lo que buscamos, experiencias que nos hagan sentir vivos, tratando siempre de hacerlo de manera segura y tomando las mejores decisiones. A eso vamos a cochamo, a darlo todo y esperar tener la oportunidad de volver! A recargarse de experiencias y trepes.
Esto que menciono es una meta personal, algo que mi grupo de amigos y yo buscamos, y podría decir que es el deseo de todos los escaladores que asisten a este lugar. Ahora bien, en todo lo que significa este mágico lugar para nosotros ¿Qué pasa con el resto de la gente que asiste a este lugar?
Equipo multicolor, peso, hambre, sudor, manos peladas, nuevos desafios, amistad y aventura, algunas de las experiencias que buscan algunos.aunque no todo es escalada en Cochamó.
Con el paso de los años hemos sido testigos del enorme cambio que ha tenido Cochamó. Siendo que fue tomando popularidad dentro del mundo de la escalada -ya que si me atrevería a decir que lo recién mencionado es algo que se comparte por quienes se aventuran a escalar por allá. Se ha masificado como un destino para todos aquellos que disfrutan de hacer un buen trekking, de una buena vista, de estar en contacto con la naturaleza o inclusive solo ir a tirarse en los famosos toboganes y tomarse la respectiva foto en el lugar. A fin de cuentas, todos deberíamos tener el derecho y la oportunidad de estar en un lugar así, ¿o no? Seamos realistas, la belleza del lugar es increíble, lo cual atrae a gente de todas partes a presenciar este verdadero espectáculo de la naturaleza.
La exuberante naturaleza, los paisajes, los trekking y un gran ambiente son algunas de las atracciones que cada día llaman a mas y mas personas a visitar Cochamó.
Con todo este auge se han implementado medidas con el fin de intentar preservar de mejor manera este lugar, medidas que cabe mencionar son gestionadas por privados, ya que a pesar de que muchos creen que Cochamo es una especie de parque nacional o algo de ese estilo, en realidad son terrenos de privados (Ver nota) que ponen a disposición el lugar para que cualquier persona que se organice con un poco de tiempo pueda ir. Encontramos medidas como un control de la cantidad de personas que se admiten arriba en el valle, baños con sistemas de compostaje, mejoras en los senderos, entre otras cosas, habiendo mucho que mejorar aun.
Ahora bien, ¿qué es lo que se ve en realidad? Una minoría de personas que asisten a este lugar para montarse en sus paredes, siendo en su gran mayoría –dentro de esta minoría- extranjeros; “gringos” o europeos con años de experiencia que se preparan de manera adecuada para llegar a este lugar. Un mayor porcentaje de gente que solo va a caminar, quienes de cierta manera igual se “preparan” para ir, y otro gran porcentaje de gente que solo va a estar en el camping o en los toboganes, ya sea para desconectarse, fumarse alguna “cosita” o tomar melón con vino, en donde a mi juicio son los que menor noción tienen de lo que significa ir a un lugar así, ya sea a un nivel de cómo equiparse correctamente; y no hablo del mejor equipo o lo más caro, unas botas plásticas del Lider pueden resultar bastante apañadoras por ejemplo. O la ignorancia del nivel de exigencia física que demanda el lugar debido a las grandes caminatas que hay que realizar, siendo estas en terrenos bastante inestables.
Los toboganes de roca uno de los clásicos atractivos de Cochamó. Foto: Fran Villalón
Aquí es donde se empieza a dar una segregación de la gente que está presente en el lugar; los escaladores se juntan con escaladores (me incluyo en esta descripción), los grupos de trekkeros que se juntan entre ellos también, y los que solo van para estar ahí en el lugar sin moverse mucho también terminan compartiendo. Y aquí es donde comienzan los “problemas” a mi juicio. La información o los “papeos” de cómo cuidar el lugar y a uno mismo no están al alcance de todos. Esto no es una exageración la verdad, los casos sobran, me ha tocado conocer casos de gente que no tenía idea de que había que realizar una caminata de 13 kilómetros para poder llegar al valle, gente que tuvo una muy mala experiencia por terminar con todas sus pertenencias empapadas por la lluvia, gente que se pierde o se accidenta de maneras muy evitables, entre otras.
Hay personas que lo único que buscan es la tranquilidad y la paz que entregan las «playas» a orillas del rio. Sin embargo también hay personas que se aventuran en trekking o rutas de escalada sin tener nociones básicas de lo que implica el itinerario. Foto gentileza: Alexis Rojas
Al ser un lugar remoto, sin conexión a celulares, con frondosos bosques que pueden significar perderse en caso de salirse del camino, caminos que como bien mencionaba pueden contar con pasadas de cierto nivel de exposición dadas sus condiciones, con un nivel de exigencia físico elevado, en lo personal no lo recomiendo para cualquier persona. ¿Pero quien soy yo para decirle a alguien lo que puede y no puede hacer? Si la verdad es que como yo puedo tener mis motivos para ir a este paraíso, otros también pueden tener sus motivos, y no por el hecho de escalar significa que este lugar me pertenezca más que a otros.
Las hermosas fisuras son una de las razones que invitan a muchos escaladores a aventurarse en Cochamó. Foto gentileza Alexis Rojas.
Nadie es dueño de nada, salvo el propietario que por derecho de propiedad puede darse el lujo de poner una cerca y cobrar para que la gente se quede ahí (habiendo una nula fiscalización, lo que se traduce en que cada propietario hace lo que quiere en su terreno, lo cual el cómo se hace es otro tema a debatir).
A pesar de todo esto, todos los que escalamos allá yo creo que tenemos el mismo interés, el cual sería que el lugar siguiera siendo lo que es, y seguir teniendo la posibilidad de visitarlo. Pero para que esto sea así, mi llamado es a la comunidad escaladora. De nosotros depende la educación y el compartir nuestros conocimientos para que otros también se puedan preparar de buena manera. Algo quizás tan obvio para nosotros como preparar una buena mochila con lo necesario para estar bien en nuestra estadía, mantener efectivamente un espacio seco dentro de la carpa, el tipo de alimentos que llevar para ahorrar en peso, el manejo de la basura, o mas básico aun, no llevar peso en las manos en las caminatas, es algo que no cuesta nada compartir y educar sobre el tema. De esta manera incentivamos una mejor preparación de aquella persona que llegará a este lugar sea por la razón que sea.
Perderse en paredes infinitas: lo que buscan algunos escaladores en esta meca del big wall que es Cochamó.
Nadie es más dueño de este lugar que otro, lo único que hace pasar más tiempo ahí es conocer más gente y aprender más y más “papeos” para que nuestra estadía en Cochamo sea lo más grata posible. Si bien la comunidad escaladora allá es más consciente con temas como el de la basura por ejemplo, lo cual ya es un gran avance y se valora, el no compartir nuestros conocimientos podría en un eventual futuro provocar restringir aún más el acceso a este lugar por temas como este, y no por escaladores, sino de gente que no se educó o no tuvo la oportunidad de ser educado en estos temas.
Por Benja Zamora