Entrenamiento mental: La ventaja que nos entrega el estar presente
Hemos sido criados, entrenados y formados para tener nuestro foco de atención afuera, en el mundo exterior. Nuestra mirada y cabeza esta siempre fuera de nosotros. En la actualidad esta exacerbado, transformándose en patologías. Nos importa más las opiniones que lo que pensemos realmente nosotros. No nos escuchamos a nosotros mismos.
Nuestro cerebro está conectado permanentemente tanto con lo que sucede fuera como lo que pasa dentro, lamentablemente nuestra atención está acostumbrada a mirar para afuera. El motivo es simple: la supervivencia. Los peligros y lo que necesitamos para vivir están afuera, en el mundo exterior. Esto ha hecho que como estrategia de adaptación se genere esta tendencia, y la visión hacia dentro debemos trabajarla y desarrollarla. Debemos entrenar la introspección, a través de la práctica de un estado de atención centrada sobre nosotros mismos, sobre un objeto, idea, ideal, persona, Dios… Es mantener el pensamiento focalizado en algo o alguien. Meditar, orar, contemplar, reflexionar… Sin entrar en aspectos religiosos o espirituales, estos procesos son propiamente humanos y actualmente imprescindible para nuestra actual supervivencia (ya no debemos cazar mamuts o arrancar de los leones, debemos escapar del stress).
La práctica de este tipo de ejercicios nos trae equilibrio, armonía y un gran bienestar -físico y mental-. Se transforman a corto plazo en algo placentero y necesario en el día a día. Un alimento para el espíritu. Beneficios para la salud: reordena la mente y calma la ansiedad, mejora la comprensión – y logro- de objetivos, motivaciones, y equilibran el carácter. Nos entrena en la conexión con uno mismo, con la naturaleza, con nuestra vida.
La disciplina mental puede cambiar nuestro cerebro
Estudios de Andrew Newberg y Eugene Daquili, de la división de medicina nuclear en la Universidad de Pennsylvania, investigaron a un grupo de monjes tibetanos y frailes franciscanos (con tomografías computarizadas mientras meditaban u oraban). Los que practicaban la meditación o la plegaria activaban su cerebro de una manera diferente y lo predisponen a ciertas percepciones y experiencias místicas, espirituales elevadas, llevándoles inclusive a últimos umbrales de felicidad. Esta es la misma línea de investigación de Richard Davidson, de la Universidad De Wisconsin (el que investigó a Matthieu Ricard, el hombre más feliz del mundo). Este ha comprobado que las personas que practican este tipo de ejercicios, pueden alcanzar niveles de consciencia inusuales gracias a la creación de conexiones neuronales que no son habituales en las personas que no realizan prácticas contemplativas con asiduidad.
Cuando los monjes meditan (o nosotros mismos), se activa fuertemente en su cerebro la corteza prefrontal izquierda; zona generalmente sin actividad salvo en los meditadores o en aquellos de carácter pacífico, tranquilo, optimista con la vida y poco ansioso.
Los resultados de las investigaciones en Wisconsin indican que el cerebro, con un adecuado entrenamiento, puede desarrollar funciones y conexiones neuronales nunca imaginadas.
Otro equipo, esta vez de la Universidad de California en Los Ángeles (UCLA), utilizo la resonancia magnética por imágenes en alta resolución para escanear el cerebro de personas que llevan practicando la actividad contemplativa durante años. Se descubrió que: en estos contemplativos existe un mayor volumen en el hipocampo y en zonas de la corteza orbito- frontal, el tálamo, y el giro temporal inferior (reguladoras de las emociones). La autora (Eileen Luders), afirma: las personas que meditan regularmente tienen una habilidad especial para cultivar las emociones positivas, mantener la estabilidad emocional y comportarse de manera cuidadosa consigo mismas y con los demás. Esto sumado a un alto poder de concentración y el poder controlar sus emociones, muchos de estos practicantes poseen niveles de stress por bajo la media.
Otra investigación de Davidson, descubrió que en meditadores novatos (con poco tiempo de practica), estimularon sus sistemas límbicos, la red emocional del cerebro, durante la práctica de un tipo de meditación: la meditación de la compasión, que pretende generar un estado emocional especifico de empatía intensa, lo mismo que pasa cuando alguien reza pidiendo por otra persona (caso de los frailes).
Investigadores demostraron que la meditación consciente implica apertura y no juicio. La práctica en el largo plazo conduce a un cambio de perspectiva que llamaron repercepción, mecanismo que permite a los meditadores ser testigos de sus propios pensamientos y experiencias en vez de estar inmersos en ellos. También es llamado como descentramiento, desautomatización o desidentificación. Resumidamente, ayuda al meditador a reconocer y discernir lo que es realmente importante en la vida. Las respuestas cognitivas, emocionales y de comportamiento se vuelven más flexibles y menos automáticas a causa de este cambio de perspectiva de las personas que realizan la actividad contemplativa.
A trabajar!
Mentes a trabajar para bajar el stress que esta sociedad nos induce, a buscar el bienestar, y también optimizar nuestro rendimiento general. Debemos adquirir hábitos saludables para nuestro cerebro (nuestro cuerpo y nuestra vida), para lograr reconectar interiormente. Necesitamos adquirir una disciplina diaria, tomárnoslo en serio pese a los vientos que soplen fuera.
-Conéctate por bloques, no eternamente: limitar el uso del mail a ciertos momentos del día. Andar recibiendo y contestándolos inclusive en el baño… es un exceso. Esto ayudara a focalizar nuestra atención. Esperar al menos dos horas en la mañana antes de revisar el correo, así también evitas que los demás te vayan organizando el día bajo sus necesidades o exigencias; de paso puedes comenzar el día con lo importante -para ti-.
-Agrupa tareas similares: andar picando tareas por aquí y por allá, no es útil a nivel práctico y menos para nuestra cabeza. Agrupar tareas para hacerlas por grupo de funciones u factibilidad práctica nos ayudara a optimizar nuestro tiempo y recursos mentales: siéntate a mandar correos, ponte a hacer los llamados telefónicos del día, o vete al supermercado a hacer una gran compra en vez de estar haciéndolo cada 2 o 3 días. AGRUPA.
-Haz menos (pero bien): Estar todo el día haciendo una y mil cosas es un síntoma de vagancia; nos dedicamos a acciones indiscriminadas y muchas veces de poco impacto real y no hacemos lo verdaderamente importante que suelen ser cosas buen puntuales. Debemos dedicar menos recurso para conseguir nuestros objetivos y eso necesita planificación y la reducción de tareas. Menos, es más.
-Si hay algo que hacer, HAZLO YA!: NO PROCRASTINES.
-Desconecta para descansar: Como ya mencione, no te conectes siempre. Aprovecha la conexión real con la gente, con su familia, amigos… apaga el celular un rato y enciéndelo cada cierto rato. La ansiedad por estar revisando los mails entrantes o actualizaciones, es enorme. Ponte horarios de encendido. No podemos descansar de verdad si estamos conectados mentalmente.
-Dedica un mínimo de 10 minutos al día a la actividad contemplativa: Andy Puddicombe nos habla de esto en su libro Mindfulness: atención plena; así como también en su charla TED. ¿Quién no tiene 10 minutos al día para dedicarse a si mismo? Solo 10 minutos de meditación hará grandes cambios en 15 días.
-Acompañado es más fácil: apuntarse a un curso o taller, al igual que al realizar deporte, nos motivará o en el peor de los casos, sentiremos la obligación de asistir y cumplir con los otros.
En la actualidad hay un largo archivo de experiencias científicas de la potencialidad que nos ofrecen los ejercicios contemplativos; ni hablar de la experiencia. Ahora: a aquietar esa cabeza loca, centrar los pensamientos en solo una cosa o en nuestras sensaciones corporales. Aprendamos a focalizar hacia dentro, re- conectarnos con nosotros y nuestro cuerpo.