El bienestar antes que el rendimiento.
La Psicología Aplicada al Deporte y a la Actividad Física tiene como objetivos el bienestar y rendimiento. Con todo lo que estos dos conceptos pueden abarcar.
Por su parte, el Entrenamiento Mental, aquella parte aplicada de la psicología deportiva, que busca el llevar este conocimiento a la realidad, donde las papas queman. También busca mejorar el rendimiento y el bienestar del deportista. Ambos apuntan a lo mismo, uno como parte teórica, estudiosa e investigativa, la otra como la aplicable al terreno, a la realidad.
Para nosotros, Entrenamiento Mental, tenemos nuestro propio orden jerárquico de objetivos, nuestro dogma: trabajamos en pos del bienestar como prioridad. Esto traerá consigo el rendimiento. Una persona que no está bien de la cabeza, que no está equilibrado, optimo en esta esfera, no podrá mantener un rendimiento en el tiempo. En cambio, una persona bien de la cabeza, ordenado y estructurado, con sus emociones bajo control, podrá luchar por la mejora y mantener un rendimiento en el tiempo. Abierto al aprendizaje, a la observación, a la reflexión.
No sirve un deportista que explota en una competencia, una gran marca o una medalla de oro, y luego no logra repetir este éxito, este rendimiento, por no tener el control de su cabeza. La maratón es así: presenta personajes que ganan y dejan una gran marca y desaparecen muchas veces sin repetir (Ed Cesar, DOS HORAS, 2016; Adharanand Finn, Correr con los keniata, 2013).
El bienestar antes que el rendimiento. El rendimiento viene del bienestar.
Sumado a esto, luego de años de estudio, conversaciones y vivir el trabajo de muchos deportes, hemos estructurado algo que va en contra o más bien es poco ortodoxo en el medio: trabajamos y nos centramos en el ámbito emocional antes que el cognitivo. “¿De qué me sirve entrenar la atención durante meses si el día de la competencia el tenimesista tiene un problema en casa y no logra hacer nada bien?”, dice Carlos de la Cruz, entrenador mental de la selección de tenis de mesa del Comité Para olímpico (y socio de Entrenamiento Mental).
Muchas charlas, libros, papers, y científicos del área se centran en el desarrollo de la esfera cognitiva, trabajando con ahínco en: atención- concentración, la memoria, planificación, aprendizaje, el pensamiento o la toma de decisiones. Esto con ejercicios, aplicación de electrodos y computadores, juegos de video, tareas, etc.
En una persona normal, toda esfera cognitiva está íntimamente relacionada de lo emocional. Al menos es lo que dicen las investigaciones del premio nobel -y psicólogo- David Kahneman, o Antonio Damasío y estudios sobre memoria y “marcadores emocionales”.
Entrenar las emociones es antes que el entrenamiento de las habilidades cognitivas.
La estructuración de nuestro cerebro nos dice lo mismo: la información pasa primero por la capa emocional (sistema límbico), lo filtra, responde si puede y lo que no, lo deja pasar (ya con un grado de procesamiento) a la neocorteza, la capa pensante, encargada de lo cognitivo. Y esta, con el material entregado (input) elabora una respuesta (output).
Resumen:
Debemos trabajar el bienestar del deportista, antes que su rendimiento deportivo perse. Desarrolle su motivación, compromiso y pasión, que la potencia o fuerza muscular. Sin lo primero no lograremos que dé le 100% en los entrenamientos y menos que rinda en competencias.
Debemos trabajar y desarrollar las capacidades emocionales (Inteligencia Emocional) antes que las habilidades cognitivas. Es mejor tener a un deportista con elevado autocontrol emocional que lograra encontrar como solucionar y pedir ayuda para enfrentar un desafío, que a un alocado y descontrolado atleta que tenga un grado de atención comparable al de un cirujano, pero que no logra la estabilización adecuada para centrarse.