Bajar para subir: La humildad en yoga y escalada
Un tiempo atrás tuve la suerte de compartir con uno de los mejores escaladores jóvenes de la India. Estábamos acampando en Chattru, un spot de boulder al norte del país, increíblemente lindo y alejado de todo. Durante días nunca lo vi escalar y no sabía quien era, hablamos de la vida y me ayudó con varias cosas del viaje. Un día fuimos a unas rutas y me pidió ayuda con la lectura…Después empezó a escalar y quedé impresionada. Aparte de lo bueno que era, se notaba que lo hacía con mucho cariño y alegría por el lugar.
Esto me hizo pensar en algo que tienen en común el yoga y la escalada, que justamente es una de las lecciones más duras que he ido trabajando desde hace ya un tiempo: La humildad.
Cuando escalamos y dominamos un paso o encadenamos la ruta, es fácil caer en un ego mal entendido y creernos la última cerveza del desierto.
Pero si algo nos enseña la escalada es que siempre te puedes volver a equivocar, siempre puedes aprender algo que no sabías (a veces gente que escala mucho menos que tú tiene mucho que enseñarte) y que debes tener mucho respeto por la roca y por las personas que te acompañan porque, finalmente, dependes de ellos y ellos de ti.
En el yoga sucede algo similar: Cuando practicamos el savasana (descanso “activo” que se realiza al final de la clase) el instructor mueve nuestro cuerpo delicadamente para ayudarnos a activar y soltar diferentes puntos. Para hacerlo, frota sus manos antes de entrar en contacto y nos va guiando con sus palabras, con absoluto respeto por el estado en el que se encuentra cada uno.
Si pensamos en esto es precisamente para que, pese a que estás dirigiendo una clase, recuerdes que tu rol es ayudar a los demás a avanzar en su propio conocimiento y que, justamente esto, te entregará grandes lecciones sobre ti mismo.
Trabajar en las asanas (posturas) con perseverancia, nos ayuda a ser humildes con el lugar que ocupamos y a conocer nuestra capacidad y limitaciones: El yoga nos ayuda a conocer nuestro cuerpo y nuestra mente. Esto es fundamental para poder respetarlos, quererlos y finalmente poder entregar eso a los demás.
A veces queremos hacer una ruta movidos por nuestro ego o nos dan ganas de conversar con otros y participar en otra cosa mientras aseguramos. Ahí debemos recordar que en ese momento el otro está primero, que mirar de frente a nuestras limitantes y tener respeto por lo que nos rodea nos hará más fuertes y, finalmente, mucho mejores deportistas.
“Sabes que debes descender para aprender algo. Y no podrás aprender nada a menos que desciendas; si piensas que estás arriba y sabes todo, entonces no eres un verdadero aprendiz.”
(Geeta Iyengar)
Maria José Veropalumbo
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