La problemática de los animales asilvestrados

Categoría: Consejos, Otros

Aquellos que compartimos nuestras vidas con animales domésticos como perros y gatos, tenemos deberes y responsabilidades con ellos y el medioambiente. No sólo debemos preocuparnos de su bienestar (buena alimentación, agua, un lugar limpio que habitar, cobijo y agua a gusto, entre otros) sino del impacto que ellos causan sobre el medio en que nos desenvolvemos (así como nos preocupamos del impacto que nosotros mismos provocamos).

Si eres un/a humano/a responsable de tus compañeros caninos o felinos, seguro ya lo tendrás esterilizado, bien desparasitado, bien alimentado, vacunado y lo sacarás de paseo con correa. Si lo llevas de paseo a lugares silvestres, seguro se comportará bien, caminará a tu lado y no ahuyentará a los animales locales con ladridos u otros.

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Lamentablemente, no todos los humanos son igualmente responsables. Más que conocidos son los lugares donde las personas van a botar perros y gatos, que ni siquiera están castrados. ¿Has escuchado hablar del camino al Toyo, por el Cajón del Maipo?, ¿o la cuesta Barriga? Son lugares en que cada semana se encuentran nuevas camadas de cachorritos abandonados. También es sabida la situación en zonas donde las personas viven “de paso”, por pocos años, y adoptan un perrito o un gatito. Al seguir su camino a otra parte de nuestro país, esas mascotas quedan abandonadas. Seguro alguien te habrá contado de los animales abandonados en zonas como San Pedro de Atacama, Islas de Juan Fernández o Puerto Williams.

Así es como comienza el problema de los animales asilvestrados. En dichas camadas de animales, los que no mueren aprenden a sobrevivir sin nosotros y comienzan a desarrollar miedo a las personas. Se agrupan (la seguridad está en los números, para los animales gregarios como los perros), formando jaurías que aprenden a cazar y que pueden resultar potencialmente peligrosas incluso para humanos. En el caso de los felinos, ellos se aíslan, pero igualmente aprenden a cazar. En ambos casos cazarán lo que sea más fácil y les exija menos energía. Es fácil escuchar de casos de jaurías de perros que cazan ganado en la zona centro-sur de nuestro país o los gatos ferales en Juan Fernández.

Según Christian Arntz, presidente de Fedecarne y Sago (2015), una jauría de asilvestrados puede matar más de 30 terneros en una noche o hasta 5 animales adultos. La pérdida no sólo es económica para los ganaderos o sanitarias para el ganado, sino que existe un riesgo real para la fauna nativa, ya que ella no tiene herramientas de defensa ante una especie que no es propia del lugar. El caso más extremo es el del archipiélago de Juan Fernández, antes mencionado. En este grupo de islas, se describen 17 especies que anidan allí, de las cuales 8 son endémicas (que sólo se encuentran en ese lugar) y 8 se encuentran en el Libro Rojo de Especies Amenazadas de Chile. Los casos más críticos son: el Picaflor de Juan Fernández (Sephanoides fernandensis) y el Rayadito de Masafuera (Aphrastura masafuerae), en peligro real de extinguirse al haber menos de 500 ejemplares de cada uno. La principal causa de su vulnerable situación es la existencia de gatos ferales.

De izquierda a derecha: Rayadito de Masafuera, Picaflor de Juan Fernández macho, Picaflor de Juan Fernández hembra. Fotos publicadas en avesdechile.com
De izquierda a derecha: Rayadito de Masafuera, Picaflor de Juan Fernández macho, Picaflor de Juan Fernández hembra. Fotos publicadas en avesdechile.com

Citando del sitio web de CONAF: “Este problema también afecta a las áreas protegidas. Miguel Díaz, analista del Departamento de Conservación de la Diversidad Biológica de CONAF, fue explícito en señalar el severo daño que significa la tenencia irresponsable de perros en las Áreas Silvestres Protegidas del Estado. “Efectivamente, la creciente presencia de perros en los parques y reservas nacionales, y en los monumentos naturales, se ha traducido en que nuestra fauna silvestre está siendo violentamente extinguida. La población canina es una de las principales causas de muerte o con consecuencias graves de heridas en especies como pudúes, huemules, zorros, pumas, guanacos, fardelas, huanay, vicuñas, lobos de mar, etc. El 75 % de los ataques a la fauna corresponde a los perros y el 25 % a los gatos. Pero además transmiten importantes enfermedades infecciosas, entre ellas distémper, rabia, parvovirus, como también introducen brotes epidémicos y parásitos gastrointestinales. Según nuestro catastro, tenemos registradas 16 ASP en ocho regiones con este enorme problema para la conservación”, comentó el profesional.”

Hay muchas personas que están preocupadas por el tema. Pero es muy importante no confundir los conceptos. NO estamos hablando de los perros abandonados o callejeros que vagan por las ciudades y se agrupan, siendo un peligro para ciclistas y peatones. Estamos hablando de animales que no se han criado con humanos, que son generaciones después del primero que fue abandonado. Los animales asilvestrados YA NO SON DOMÉSTICOS y poseen el comportamiento de cualquier animal silvestre, incluyendo el recelo a los humanos. En términos formales, asilvestrado es “aquel animal que perdió su condición de doméstico para pasar a un estado salvaje y no depende de los humanos para reproducirse”. Por este motivo, este grupo no es susceptible de ser adoptado; tendría que ser domesticado primero. Una de las diferencias principales entre los dos grupos es que los asilvestrados cazan y los “vagos” sólo buscan comida en los deshechos.

El fotógrafo de naturaleza Miguel Ángel Fuentealba, autor de la foto de portada, nos cuenta: “la verdad es que éste es un problema (el de la joven puma de la foto) que viene arrastrándose hace más de un año y créeme que aún no hay soluciones. Hace poco vi unas imágenes de los mismos perros hostigando a los cóndores. Esto se les fue de las manos a CONAF y el SAG, por eso es bueno que la gente siga publicando y dejando sus opiniones al respecto. Esto no se trata de matar a los perros, para nada; creo que lo primero es encontrarlos, examinarlos y descartar alguna enfermedad que se pueda poner en peligro las especies del parque. Ésta es una realidad incómoda. Créeme que ver a dos perros atacando a una cachorra de puma es algo que jamás imaginé ver. Había visto dos zorros culpeo hacerlo, pero perros no; es tremendo. Espero que se tome conciencia del daño que pueden ocasionar llevando mascotas a estas áreas protegidas. Mi idea es seguir atento, con la cámara lista como siempre, aunque espero no volver a ver algo como esto. Aprovecho para comentarte que en invierno de ese año, un par de meses después de ver la escena, regresé al parque y busqué pumas. Encontré 8 individuos diferentes e hice una serie de comparaciones hasta que di con la puma que sale en la imagen. Me puse feliz de saber que, a pesar de estar en una situación complicada, aún seguía ahí, ahora más fuerte y menos tímida.” Sigue a este talentoso fotógrafo en http://www.miguelfuentealba.com/

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Las responsabilidades son compartidas. No se saca nada con culpar a las autoridades de que no hacen nada al respecto, porque no fueron ellos quienes pusieron los animales en la naturaleza, en primer lugar. A todos nosotros nos compete el cuidado de la naturaleza como sociedad. Si como compañeros humanos responsables ayudamos a educar dentro de nuestros grupos, estaremos siendo un aporte a la sociedad en términos de este problema. El tema es muy complejo y requiere del trabajo conjunto de la sociedad civil junto con las autoridades para llegar a soluciones prácticas y humanitarias, y que sean durables en el tiempo.

Por Gabriela Figueroa.

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