Crampones y Refranes
Claramente, la masificación relativa del montañismo y la implícita madurez de las sub‑disciplinas que la componen, ha llevado a una oferta de productos tan amplia como nunca antes se había visto en nuestro deporte. Tal es el caso de los crampones, donde antes bastaba con un par para cubrir todos los escenarios posibles. Ahora, éstos llegan a ser tan específicos (cascadas, competencia, travesías), que uno empieza a tener la sensación de que siempre anda con el equivocado.
Si el presupuesto personal no fuera tema, lo anterior no sería problema tampoco, porque uno tendría en el clóset un crampón para cada día de la semana. Pero como para la mayor parte de los seres humanos esto no es así, es decir, el bolsillo duele, hay que ser cuidadoso en la elección que se tome.
Para tomar dicha decisión, nunca está de más recordar algunos consejos:
1) Se espera que un crampón (cualquiera de ellos) dure años. Lo que significa que, en rigor, no es un gasto, sino una inversión. Y, como tal, aunque parezca un contrasentido, a veces es mejor optar por un producto que sea un poco más caro pero de buena calidad. O de lo contrario, si el crampón falla o se rompe, habrá que repetir la compra, echando al tacho de la basura el supuesto ahorro original.
O sea, como dice el viejo dicho, lo barato sale caro.
2) Por eso mismo, es muy mala idea comprar impulsivamente. Como por ejemplo, cuando se entra a una tienda con hambre o con ganas de ir al baño. En esas condiciones, la calidad de la elección final es, por decir lo menos, cuestionable. Lo correcto es saber que lo más probable es que se visiten locales dos o tres veces antes de tomar una decisión final. La única manera de asegurarse que no se está pasando por alto algún detalle.
O sea, como dice el viejo dicho, el hambre es muy mala consejera.
3) De la misma forma, como cuando uno lleva calcetines gruesos para comprarse zapatos de montaña, los crampones elegidos también deben ajustarse bien con el calzado. Y si eso significa entrar a la tienda con 2 o 3 pares de voluminosos zapatos para saber si éstos son compatibles con el modelo elegido… pues habrá que hacerlo no más. Y no sentirse incómodo porque toma más tiempo del que se supone deberíamos tomarnos.
O sea, como dice el viejo dicho, más vale perder un minuto en el zapato, que la vida en un crampón.
4) Una característica que antes no importaba tanto, pero que se ha hecho relevante con el surgimiento de la escalada en hielo, es la posibilidad de reemplazar las puntas desgastadas. Ya después de un par de salidas de fieras batallas, el afilamiento respectivo irá inevitablemente mermando al crampón y muy pronto quedará inservible. A menos que… se puedan reemplazar las puntas o los bloques delanteros. Que es una característica deseable en un crampón para así evitar botarlo tan solo porque no le quedan uñas.
O sea, como dice el viejo dicho, de donde no hay, no se puede sacar.
5) Y, por último, que no hay que engañarse con lo que es la aspiración de la realidad. Un crampón podrá ser muy bueno, pero es inútil si quien lo usa no está bien versado en las artes del montañismo y la escalada. El crampón es fundamental para agarrarse a superficies en las cuales de otro modo no podríamos pararnos. Pero tampoco es un taladro neumático que con el acto mágico de apretar un botón nos dejará colgando cómodamente.
O sea, como dice el viejo dicho, mejor entrena guatón.
Quisiera expresar mis agradecimientos a Out!, representante en Chile de varias marcas de montaña y escalada, entre ellas Petzl.
Por Rodrigo Fica.