¿Qué tan Distintos Somos de lo que Nos Quejamos?
“Alto Maipo de porquería, tiene el cajón pa’l gato, lleno de camiones y todo erosionado, el Choriboulder lleno de máquinas trabajando, metiendo ruido todo el día y toda la noche para cubrir las demandas de unos pocos y no las necesidades de la gente normal y sin respetar un lugar tan mágico como éste… qué atroz”. ¿Cuántas veces hemos escuchado algo similar, porque el “progreso” destruye espacios naturales que parecían indestructibles y donde alguna mole moderna hará de las suyas o por alguna catástrofe “natural” consecuencia de la sobre explotación de los recursos?
Estas quejas, sin duda, no tienen nada de malo por sí solas, pero cuando revisamos nuestro actuar como escaladores (ya sea como comunidad o de manera individual) nos damos cuenta que no distamos mucho del actuar de estas MEGAEMPRESAS que vienen a tomar todo lo posible e irse, sin pensar en el impacto futuro. Pero claro, a nuestra escala, donde claramente no haremos un túnel bajo un glaciar, pero sí terminamos impactando zonas donde antes no había nadie y, por ser hoy un lugar de escalada, terminan recibiendo a gran número de visitantes, cada uno con conductas que impactan de forma distinta.
Ejemplos tenemos muchos. Acá, unos cuantos:
1. Nos quejamos del ruido de máquinas trabajando o la carretera en Las Chilcas. Nos vamos a lugares donde se puede escuchar la montaña y se nos ocurre poner música a todo volumen, como si esto no afectara a esos pájaros que tanto nos gusta pillar y silbar como giles, imitándolos. O hablamos a grito pelao’, olvidándonos que ya no tenemos el ruido de la ciudad que nos obliga a hablar más fuerte.
2. Vemos lugares intervenidos y pensamos “OOOO LA MANSA CAG….” y nuestras zonas están llenas de caca y papeles, dejando literalmente la MANSA CAG… ¡Y ni hablar de otro tipo de basura!
3. Las empresas hacen caminos y destruyen todo alrededor de éste. Nosotros no somos capaces de seguir un sendero y erosionamos los suelos aledaños, como ha sido el caso de Palestras o Los Manyos, donde se ha tenido que construir terrazas y escaleras. Peor aún en El Arrayán, donde se trabajó para marcar los senderos y la gente igual camina por cualquier lugar.
4. La prepotencia de estas multinacionales nos sorprende, pero nosotros pasamos muchas veces sin saludar a los verdaderos locales, a quienes nunca les interesó compartir con nosotros. Hoy, porque existe una zona de escalada, usamos sus “estacionamientos”, nos molestamos si nos preguntan a dónde vamos o nos enojamos porque nos cobran por usar su terreno como acceso.
5. No nos gustan los postes o antenas que se instalan, pero debido a nuestro comportamiento, se debe tomar medidas como poner carteles informativos en las áreas de escalada, lo que afecta un espacio que se mantenía bien y sin letreros antes de ser zona de escaladores.
6. Somos amantes de la naturaleza y nos sorprendemos si podemos ver un zorro, vizcacha o algún pájaro, pero igualmente vamos con los “perritos” que no siempre son bien portados y ladran como en el pasaje del barrio; si ya es más de uno con perros, pelea segura. Algunos dueños dejan la caca de sus perros en los sectores, hay caninos que mean las mochilas, algunos atacan a otros animales o, simplemente, se comen la comida de alguien que dejó la mochila en el suelo (como si tuviéramos que poner lockers para guardarlas en el cerro).
7. Reclamamos contra el impacto de las mineras, pero nos estamos comprando siempre los últimos celulares y chiches tecnológicos (como los drones o selfie sticks), que sólo se pueden hacer, gracias a los materiales que las mineras extraen.
Finalmente, todo esto nos lleva a que las zonas de escalada sean espacios con una gran intervención, más que espacios bien conservados donde acude gente respetuosa a la que le gusta disfrutar del lugar, tanto como de la escalada.
Quizás algunos cooperamos con la limpieza, evitamos el exceso de ruido y respetamos dentro de nuestras facultades, pero a todos nos cabe la responsabilidad en ser consecuentes y enseñar con el ejemplo a quienes nos acompañan. Y si no se fijan en el ejemplo, nos corresponde ser explícitos en las reglas mínimas de convivencia con la naturaleza.
Por Chileclimbers