«Las tres P de la Patagonia», relato de un ascenso a la Torre Norte del Paine
Las Torres del Paine son un destino apetecido por escaladores de todo el mundo debido a la calidad de su granito y a la majestuosidad de sus paisajes. Es un gusto saber que cada vez son más los montañistas nacionales que se aventuran a probar suerte en aquellas gélidas paredes, lugar en donde la motivación muchas veces los lleva a materializar sus sueños verticales. En esta oportunidad les dejamos el relato de un ascenso a la Torre Norte por parte de Laura Ventura y Christian Ukrow, quienes el pasado mes de Enero lograron, tras bastante perseverar, alcanzar la cumbre de esta emblemática montaña patagónica. Esperamos que el relato y video que presentamos a continuación les sirva de inspiración.
Las Tres P de la Patagonia
Fue en 2003 cuando las Torres del Paine cambiaron mi vida para siempre. Eso pasó mucho antes de que me planteara escalar una. Incluso, mucho antes de que se me ocurriera encaramarme a rocas y hielos.
Cuando conocí a Christian, inmediatamente supe que también había sido víctima del mismo hechizo. El asunto es que, de una manera u otra, las Torres han ido trenzando los hilos de nuestras vidas, a veces sin que nos diéramos cuenta. De hecho, transcurrieron varios años lejos de la Patagonia, hasta que, en 2012, el deseo de regresar tomó forma, materializándose en una línea que corta verticalmente la pared oeste de la Torre Norte del Paine hacia su cima principal. Abierta en 1995, “Taller del Sol”, 600 metros, 5.10+, es una vía sostenida y muy estética que sigue un espléndido sistema de fisuras, casi siempre en roca de excelente calidad, exceptuando la chimenea del cuarto largo (el 5 en el topo), con roca algo descompuestas y una sección con algunos bloques sueltos pasada la mitad del sexto largo (el séptimo en el topo).
Es sabido que los recuerdos agigantados por el paso del tiempo pueden tocar la nota amarga de la decepción sobre la marcha triunfal de los grandes reencuentros. Pero éste no fue el caso: las paredes graníticas se elevaron ante nosotros más majestuosas que nunca. En nuestro mejor intento, apenas alcanzamos a escalar la mitad de la vía. Un vendaval de emociones intensas nos arrojó desde la cumbre de nuestros anhelos hasta el fondo de nosotros mismos. Desde ahí empezamos a trabajar humildemente, día tras día, con el objetivo de volver a escalar en las Torres.
En enero de 2014, nos recibió una de las peores temporadas que se recuerde en los últimos años. Veíamos pasar los días uno tras otro, sin vislumbrar una sola brecha de buen tiempo. Después de más de tres semanas de espera, las inclemencias meteorológicas nos mandaron al rescate de nuestro equipo de escalada, escondido en la base de la Torre Norte. Tras esa hazaña casi épica (los que han vivido una tormenta de nieve en el Valle del Silencio lo saben), batimos en retirada sin ni siquiera haber tocado la pared.
Paciencia. Es la otra palabra mágica de la Patagonia. Pasión y paciencia te dan perseverancia.
Volvimos pues a la carga, a mediados del pasado mes de enero, un año más viejos, pero, también un año más expertos y entrenados. En el primer intento, una nube nos envolvió a unos 150 metros de la cumbre y, al finalizar el octavo largo, resolvimos bajar. Estábamos cerca. Ya sabíamos que era posible.
Perseveramos. Fue así como el jueves 29 de enero a las 21:40, después de casi 17 horas de escalada alternándonos en cabeza de cuerda cada dos largos y acompañados por un viento incansable, coronamos la cumbre de la Torre Norte del Paine por la vía “Taller del Sol” 5.10+. Los rapeles nos tomaron unas 5 horas más por la misma vía. Un enganche de cuerda nos detuvo en el penúltimo rapel, momento en el que desafortunadamente los primeros cristales de aguanieve llegaron anunciando el mal tiempo. Nos vimos obligados a cortar y abandonar una de las cuerdas.
Tras tocar al suelo, el viento y la lluvia nos persiguieron implacables hasta echarnos del Valle del Silencio… por este año.
Agradecemos sinceramente el apoyo de Patagonia Chile, OUT Chile y gimnasio El Muro quienes nos han ayudado a equiparnos y a prepararnos para estas expediciones.
Agradecemos también la ayuda y el cariño de todos los amigos y familiares que de alguna manera nos han acompañado en esta aventura.
Sin todos ellos, esta historia no se hubiese escrito.
Por Laura Ventura.