«La Vía de los Seracs» // abriendo ruta en Patagonia
Revisamos varias opciones hasta que finalmente encontramos una que nos pareció la más interesante. Nieve, hielo, algo de roca y exploración en un sector que, si bien no es tan aislado, los visitantes son escasos. Google Earth y Panoramio fueron de gran ayuda para identificar el cerro que para estos efectos hemos denominado “Cerro Hama” de 2.400mts. ¿Su ubicación? Al fondo de un valle subsidiario del rio Miller, al interior de Puerto Sánchez.
Luego de 5 horas de conducción desde Coyhaique y otras 4 de trekking alcanzamos la base de la montaña que nos comenzaba a quitar el sueño. Levantamos nuestro campamento (a los 1.400mts.), comimos, nos hidratamos y al sobre. A las 05:30 estábamos en movimiento rumbo a una hermosa línea de seracs que comenzamos a escalar más temprano que tarde. La cordada estaba compuesta por el “Loco Harry” y quien escribe.
Motivados, escalamos 6 largos de hasta 60º sobre hielo (cristal) y nieve dura, hasta una zona donde cedió la pendiente y la exposición. Habían sido metros hermosos sobre terreno virgen, progresando en una mañana fría pero absolutamente despejada. Descansamos unos minutos y disfrutamos del paisaje que era dominado por el lago General Carrera hacia el sur.
Desde ese momento nos desplazamos en simultáneo sobre el glaciar hasta una banda rocosa que sería necesario escalar para alcanzar las ramplas superiores. En la base del terreno mixto arme una reunión desde donde Harry prosiguió la maniobra. Serian “serios” 40 mts. de escalada (5.9) sobre roca helada y una salida corta pero infinitamente expuesta y vertical. Sobre ella armó una reunión atómica.
Más tarde vinieron 3 largos de unos 50º, donde fue necesario proteger por el gélido viento reinante y la exposición que nunca nos soltó, ofreciéndonos caídas al infinito y más allá. Con la cumbre al alcance de la mano fuimos por el largo 11 de la jornada, el cual termino en un pequeño collao a escasos 30 metros lineales de la cima, en la base del filo cumbrero que lucía podrido y expuesto, de nieve y hielo improtegible, y cuya silueta un tanto absurda se desplomaba de manera suicida y hacia el oeste. Optamos por la vida.
“La cumbre no es más que una excusa para recorrer un bello camino”, pensaba, y el camino ya estaba hecho, había llegado la hora de bajar. Con 11 horas de actividad en el cuerpo iniciamos el descenso. Desescaladas, rapeles, un susto por ahí, un resbalón por allá, hasta que por fin arribamos al campamento muy entrada la noche, exhaustos, luego de 18 horas de actividad non-stop.
El día siguiente también amaneció radiante y nosotros algo más repuestos. Había llegado la hora de partir. Atrás quedaba una nueva y hermosa línea en mi querida Patagonia, más de 800 mts. de aventura que bautizábamos como “La vía de los seracs”. Quiero agradecer a mi cordada en esta oportunidad, a mi polola, familia y amigos por ser cómplices y actores fundamentales de esta particular pasión.