Historia de las rutas más duras de Chile: Quetzal 5.13b/8a

Hablar hoy en día de rutas de 5.13 es tan cotidiano como hacerse el nudo antes de escalar. Pero éste icónico grado no apareció en nuestro país por arte de magia. A mediados de los 90’, los muros de escalada eran poquísimos al igual que los sectores de escalada en roca. Conseguir chapas y taladro era una odisea. Pero bajo ese escenario adverso y gracias al trabajo de algunos pocos pero motivados y visionarios escaladores, se sentó la base de lo que hoy nosotros tanto disfrutamos.

A comienzos del año 1995, las «plaqueras» Palestras del Manzano eran la principal escuela del País, lugar donde se encontraban algunas de las rutas más duras para ese entonces (como por ejemplo “Manjar de Dedos”, primer 5.12d/7c chilensis), y donde se concentraban los pegues de los escaladores más fuertes y motivados. Ese año Don Carlos Concha, conocido también como “Carlanga”, llegó a Chile después de una estadía en México, país en donde había escalado rutas de hasta 7c+/5.13a. Motivado y con ansias de seguir su progresión y de aportar rutas duras a las escuelas locales, fijó sus ojos en la pared que está al costado derecho de “Sueños Catabáticos”, donde nace un pequeño desplome que termina en una clásica y letal placa al más puro estilo Palestras. La línea ya se veía, asi que manos a la obra y “Al bolting””.

Pegues, pegues y más pegues se sucedieron hasta que en Febrero del mismo año, “Carlanga” la encadenó. La sensación que tuvo tras el encadene fue de haber hecho algo más duro de lo que había escalado a la fecha, pero según sus mismas palabras “Solo en México había encadenado 7c+/5.13a, y Quetzal es más duro, pero yo no creía que fuera una letra más por falta de experiencia. De todas formas esta ruta fue el primer 13 de Chile, fuera a o b. Sólo después de algunas repeticiones se confirmó el grado”.

El segundo ascenso y que ayudaría a corroborar el grado de la ruta correría a manos de Juan José Fernández, quien tenía como “Patio de su casa” a las Palestras y que luego de algunos viajes a Europa, tenía las cosas, por así decirlo, más claras.

Pasaron tres años desde que se clipearon sus cadenas por primera vez para que llegara su tercera repetición a manos del hoy bloquero Keko Quiroga, quien nos ofrece un viaje en el tiempo y nos comenta:

“Fue mi segundo 8a, venía de encadenar “Simpatía por el diablo”, ruta continua en comparación con Quetzal, que se caracteriza por una dura sección de entrada, más o menos cinco movimientos extremos, de puro boulder, para luego seguir con un continuo 7a+/7b hasta sus cadenas.

Recuerdo que  mi encadene fue relativamente rápido, me tomó dos días de trabajo; el primero fue de muchos intentos sobre todo a la sección de entrada. El segundo día estaba con un par de amigos argentinos, Diego y Gustavo, y la verdad es que no esperaba encadenar pero me sentí muy bien y liviano. Fue el día de mi segundo 8a y tercer ascenso de esa ruta después de Carlos Concha y Juanjo Fernández, día también donde empezaba a sentir una gran atracción por las rutas con pasos de bloque, cosa que con el tiempo se transformaría en mi gran motivación por esa disciplina”.

De aquellos primeros encadenes misteriosamente poca agua a pasado bajo el puente y sólo igual número de escaladores han logrado anotarse esta clásica ruta. El primero fue Tomás Ravanal, quien en sus inicios, en el año 2006, se anotó su primer 8a, luego le siguió Cristóbal Vidal quien acostumbra a anotarse todas las rutas que pueda sin importar tanto el grado pero si lo que la ruta le puede aportar a su escalada.

El último encadene registrado corrió por parte de “Waipe” Vicente Espinoza, quien ha convertido el Cajón del Maipo en uno de sus lugares favoritos, por lo que no podía dejar de tomar el reto de encaramarse en esta clásica clásica vía y decir ¡presente!.

Esa fue la historia de esta plaquera e icónica ruta que a pesar de sus años sabe de pocos encadenes, y siendo tal como dijo su abridor, el primer 5.13 abierto y encadenado en nuestro país, reflejo de la evolución de nuestra criolla escena, que hoy en día sabe más de grados y de rutas que hace 20 años.

Por Tomás Contreras.