Odisea en al Annapurna // una historia increíble de sobrevivencia

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El alpinismo es una disciplina compleja. Por su composición, las montañas presentan dificultades que obligan al escalador a estar preparado para toda clase de terreno: Nieve, Hielo, Roca, o todo junto a la vez, muchas veces acompañado por la altura y la consiguiente falta de oxigeno que hace todo más lento y más difícil; y por el factor meteorológico que puede resultar determinante en el éxito de una empresa alpinistica. En ese contexto, no es difícil que de un momento a otro todo se salga de control y las cosas comiencen a ir mal, por lo qué, como si fuera poco, el escalador aparte de estar entrenado física y técnicamente, debe ser capaz de resolver problemas, improvisar si es necesario y darlo todo para salir del paso.

Si echamos un repaso a la historia del montañismo, podremos encontrar un montón de casos donde la supervivencia demostró ser capaz de gestas increíbles, dignas de contar, que a nosotros, los amantes de la montaña nos sirven para aprender y para, cómo no, motivarnos.

A propósito del reciente ascenso en solitario y en tiempo record del superlativo Ueli Steck a la cara sur del Annapurna (8.091m), les dejamos un relato escrito por Mark Twight, sobre una tentativa a la cara sur de esta mítica montaña por parte de la cordada compuesta por Jean-Christophe LaFaille y Pierre Beghin, en la que tras intentar abrir una nueva ruta, termina con la muerte de Beghin y con un épico descenso de LaFaille.

Odisea en el Annapurna

En Octubre de 1992 Jean-Christophe LaFaille y Pierre Beghin intentaron una vía nueva en la impresionante cara sur del Annapurna. Tras tres días de dura escalada, se les hizo de noche a 7.300 metros mientras buscaban una repisa que se veía en las fotos. En su lugar encontraron una placa de hielo negro de 70 grados. No pudieron tallar una repisa para la carpa y tuvieron que vivaquear colgados de los arneses. Incapaces de encender la cocinilla por el viento, pasaron una noche larga, amarga y en ayunas.

A la mañana siguiente escalaron hasta quedarse a 150 metros del terreno fácil, pero se desarrolló una tormenta y la ventisca no les permitió seguir avanzando. Empezaron a bajar.

Agotados y ligeramente fuera de control, ambos arriesgaron muchísimo en cada rápel. Hubo un momento en que Pierre quería rapelar con un solo tornillo de hielo con un trozo de cinta, pero Jean-Christophe, insistió en meter uno de sus piolets por si acaso.

Dos rapeles más abajo Pierre metió un anclaje que les permitiría alcanzar terreno con menos pendiente y se coloco el material en bandolera. Colgarse en el mismo portamaterial el martillo piolet y el piolet era demasiado complicado y, de mal humor, le pasó el piolet a Jean-Christophe que estaba más abajo, en una repisita, alejado del seguro. La fatiga, la confusión de la tormenta y la necesidad de bajarse de allí rápidamente, nublaron temporalmente sus años de experiencia y Pierre se echó hacia atrás sobre un solo anclaje sin seguros de refuerzo. El seguro saltó y Pierre cayó 1.500 metros y se mató. Llevándose las dos cuerdas y el material.

cara sur annapurna

Jean-Christophe se quedo mirando atónito, pero tenía la certeza de que Pierre podría pararse: “A pesar de que había mucha pendiente, creía que acabaría logrando pararse”, cuenta Jean-Christophe, “Nunca olvidaré que eso es lo que pensé en aquel momento”. LaFaille se encontró de pronto solo, en una de las paredes de montaña más grandes del mundo, sin nada más que una mochila casi vacía, la ropa y un par de piolets, dos mosquetones y una anilla.

Vio claro que salir por arriba era imposible y destrepó por terreno mixto relativamente difícil hasta su último vivac y hasta 20 metros de cuerda que habían dejado a 7.000 metros. Pasó 48 horas acurrucado mientras amainaba la tormenta. Fue descendiendo durante claros intermitentes, destrepando y haciendo rápeles cortos. Con los 20 metros de cuerda, rapeló con todos los anclajes que pudo apañar. Lo primero que usó fueron los parantes de la carpa, usando trozos de dos en dos y clavando hasta donde entraban.

Las fijaciones de sus crampones se habían ido aflojando poco a poco, pero estaba demasiado cansado para ocuparse de ellas. Se le salió un crampón y desapareció pared abajo. Siguió bajando, dando saltos con la bota en la que le quedaba el crampón. Ciento cincuenta metros más abajo, recuperó milagrosamente el crampón que se le había caído y se había acabado parando en nieve blanda. A 6.600 metros llegó a lo alto de 150 metros de cuerda fija. Sólo cien metros más abajo había un depósito de comida y combustible. Antes de alcanzarlo, le cayó una piedra que le rompió el brazo derecho.

Vivaqueando a 6.500 metros se le pasó por la cabeza rodar dentro del saco de dormir y acabar con ese suplicio de una vez dejándose caer. Prevaleció el hombre primitivo. “Aún me quedaba un poquito, y pensé que lo menos que podía hacer era darlo todo”.

Desde 6.500 metros rapeló 200 metros y luego dejó las cuerdas porque había que tirar de ellas demasiado fuerte para hacerlo con sólo un brazo y la boca. Bajó un tramo de hielo de 55 grados con un único piolet. La cuerda que habían dejado para pasar la rimaya estaba helada y por mucho que tirara, golpeara o mordiera, no se aflojaba.

La mañana del quinto día después del accidente, su octavo día en pared, Jean Christophe destrepó la rimaya. Protegido de las caídas de piedras por el borde desplomado de la rimaya y no lejos del campo base, se relajó. Tras desabrocharse el casco, echó la mochila a un lado y se quedó tumbado media hora, diciendo una y otra vez “Nunca en mi vida volveré a salir a la montaña.”

Después de cerca de dos años de descanso y terapia. LaFaille empezó a escalar otra vez, como si se vengara. En 1994 subió el Shisha Pangma e hizo una travesía en solitario del Gasherbrum I y II en tres días, en 1996.

ruta_steck

Datos a saber:

#El Annapurna se ubica en el Himalaya nepalí, y con sus 8.091 metros de altura es la décima cumbre más alta del planeta, formando parte de los catorce ochomiles.

#El primer ascenso al Annapurna fue también el primer ascenso a una montaña de más de ochomil metros el 3 de Junio de 1950 por la cordada francesa compuesta por Maurice Herzog y Louis Lachenal.

#En 1987 los polacos Jerzy Kukuczka y Artur Hajzer consiguieron la primera invernal a un ochomil al alcanzar su cumbre el 3 de Febrero.

#El pasado 10 de Octubre de 2013, Ueli Steck completó la línea propuesta por LaFaille y Beghin concretando un ascenso sin precedentes, en solitario y en tiempo record (28 horas) a una de las paredes más difíciles del Himalaya.

#Jean Cristophe LaFaille siguió realizando ascensos de alto nivel hasta su muerte en Enero del 2006, año en el que su brillante carrera finalizo abruptamente durante un intento en solitario y en invierno a la quinta montaña más alta del planeta, el Makalu (8.463 metros), que hasta ese entonces no tenía ascensos en dicha estación.

 

Por Sergio Infante

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