Una visión del mundo de las Competencias Escolares, desde adentro

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PENSADOR

La competencia en la escalada siempre ha sido un tema complicado. Desde que empecé a escalar a los 15 años comprendí que la escalada era una verdadera reflexión en movimiento, un deporte distinto a cualquier otro, en el cual se necesita una conexión entre la mente y cuerpo bastante singular.

La escalada siempre la vi como un deporte netamente de auto superación que no era compatible con mi concepto de competencia, el cual se basaba en anteponerse a un rival para demostrar que uno es mejor que él, ya que siempre jugué fútbol en ligas y eso es lo que se predica en el medio.

A pesar de este pensamiento, decidí durante este año, participar con unos amigos en mi primera competencia de búlder, un campeonato escolar amistoso en Lo Barnechea. Iba casi sin conocer a nadie y sin expectativas, ya que no sabía cuál era el nivel de los otros. La competencia se inició un día viernes con la clasificatoria y seguía el sábado con la final estilo copa del mundo, lo cual me pareció bastante llamativo. Fue aquí cuando se me presentó mi primera contrariedad, ya que el sábado había un ensayo PSU en una universidad al que iba sólo en el caso de que no clasificara. Finalmente dieron los resultados de la clasificatoria y no pasé a la final.

Creo que esto me tuvo con una bronca brutal por todo un día, y fui a dar el famoso ensayo pensando en cada instante en los problemas en los que fallé. Pasó lo que tenía que pasar y a  estas alturas haciendo una retrospección, puedo decir que fue lo mejor, ya que de ese momento en adelante progresé en una semana lo que antes en un mes, tratando de equilibrar el colegio con los entrenamientos, todo con el objetivo de clasificar a la final de la primera fecha del circuito escolar nacional, la cual era en el Colegio Altamira.

Conseguí clasificar a la final, lo que me dio la oportunidad de estar por primera vez en aislación con los otros monos, y de esta forma, poder conocerlos mejor. Los escaladores generalmente somos incomprendidos -dedicar gran parte de nuestra vida a algo que para mucha gente no tendría sentido alguno- pero entre nosotros, pareciera que nos conociéramos desde siempre, fue desde ese momento que conocí a grandes personas. Me sentí como en casa a la competencia que fuera. De esa fecha en adelante clasifiqué a todas las finales de boulder del circuito –que eran mi mayor motivación-, en el Estadio Nacional y en La Pintana lo que finalmente me llevó a clasificar a la final en el CEO.

Con mucha buena onda y una verdadera profesionalización de la competencia (organización, abridores, auspiciadores y por supuesto competidores) se realizó la anhelada final que tuvo muchos resultados inesperados, los que no hacen más que recordar que los números (primer, segundo, último lugar) no es lo verdaderamente importante, sino que pasarla bien y no rendirse nunca, porque siempre habrá una siguiente oportunidad.

Personalmente, no logré cumplir mi objetivo principal de lograr al menos un podio durante el año, pero como diría el legendario Yuji Hirayama: “He aprendido mucho de las competencias, algunas veces he tenido éxito, otras no, pero con cualquiera de las dos es mejor estar feliz, eso es lo que nos da energía”. Al final, los campeonatos fueron sólo una excusa para conocer distintos lugares y escaladores de todas partes, de reunirnos con los amigos de fuera de Santiago, como de otros muros y poder compartir buenos momentos y buena escalada.

Por último, quisiera compartir mi visión de lo que queda por mejorar. Sin duda las competencias escolares durante este año, fueron de menos a más en organización, sin embargo aún queda por solucionar problemas como son las zonas de aislación, las horas de citación de los competidores -que a veces se tornaban eternas- y los problemas con el conocimiento del reglamento, que a veces generaron discordancias entre los resultados y las premiaciones, los que finalmente eran resueltos auspiciosamente.

Lo que hay que destacar y agradecer: La opción de la FEACH, que ha postergado muchos proyectos para poder realizar este campeonato escolar, lo cual creo que ha generado una reacción reciproca, ya que por un lado está el esfuerzo económico y humano de la FEACH que ha sido respondido por otro aún mayor de todos los competidores que han hecho de este campeonato un show de primera categoría. Además, destacar el tremendo trabajo de los abridores que se las ingeniaban para tenernos los mejores problemas; a los organizadores, que mientras hacen su trabajo están casi invisibles, pero que finalmente las competencias se pueden concretar gracias a ellos y a los auspiciadores, que son esenciales para un desarrollo sustentable de este deporte.

Por Seba Figari

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