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Richi y Alex, viviendo un estilo de vida de sueños para cualquier escalador

Fecha de Publicación: 10 octubre, 2013

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Disfrutábamos de una exquisita tarde en la Mojarra, Colombia, probando rutas y gozando un paisaje espectacular. Ya quedaba la última hora de luz en este verdadero paraíso, que reúne los factores ideales para el mejor estilo de vida: un clima increíble, poca lluvia, extraordinaria vegetación, las frutas más ricas del mundo, buena gente, tranquilidad y un sector de escalada REALÍSISIMO. Cristóbal “Poeta” Vidal venía bajándose de dar un intento al Español 5.14a/b, una de las rutas más duras en deportiva de todo Colombia, cuando apareció Richi y se motivó para darle una nueva repetición a la ruta que encadenó y abrió por primera vez a los 15 años, utilizando el famoso monodedo “artificial” que más tarde taparía y armaría sin querer una inesperada polémica (la cual se menciona en nuestro artículo anterior…. ).

Vista desde el Refugio La Roca. Foto de Axel Rinaldi

Mientras comíamos uno de los increíbles mangos de la zona y Poeta se bajaba de la ruta, Richi se hizo el nudo, y a pesar de no estar en su mejor momento, se echó magnesio y se puso a escalar como una bala. Cuando todavía no acabábamos la fruta, ya estaba en las cadenas. Quedamos todos impactados con la velocidad y decisión que escaló la ruta, pasando el lance (donde antiguamente estaba el monodedo) como si nada y en el crux de arriba, ni se le notó el esfuerzo.

Y es que Richi Cancelado no es cualquier escalador, desde muy niño se destacó como uno de los más fuertes de su país y todavía se mantiene. Trepa desde los 10 años, siendo La Mojarra su principal Escuela y el lugar de sus inicios en la roca. Tiene varios 8a/8a+ a vista y hasta 8c trabajados. Pero siendo un hombre sencillo y relajado, está claro que no es de esos que se preocupan por el grado ni la competencia. Aunque pasó por una época activa en los podios, en las que destacan varios nacionales y el primer lugar en un Master de The North Face en Bogotá hace un par de años, hoy no tiene intención de seguir por ese camino, sino de desarrollar su pequeño negocio: el Refugio la Roca en La Mojarra, donde se quedan la mayoría de los que vienen a disfrutar la escalada en este paraíso.

Pero hay una pequeña historia que contar antes de llegar a esta etapa de su vida: mientras Richi pasaba por una época de estudiante en que entrenaba duro en salas de Bogotá, con muy buenos resultados en competencia, pero en que iba dejando sin querer la roca atrás, conoció a su actual mujer, Alexandra Leguizamon, de la capital. Ella se inciaba recién en la escalada, mientras él ya llevaba diez años apretando. Se conocieron y no hubo vuelta atrás. Terminaron sus relaciones y al poco andar, comenzaron a salir juntos. Como ambos tenían novios escaladores anteriormente, decidieron alejarse del ambiente de los gimnasios y la resina para irse a vivir a Suesca. Ahí Alex se enamoró también de la roca y optaron por dedicar su vida a la escalada.

Alexandra Leguizamon en el Refugio. Foto: Pasqui

Por poco más de un año vivieron en Suesca, trepando todo lo posible y viviendo con lo justo para pagar el arriendo, mientras trabajaban los fines de semana en un restaurante. Pero Alex sentía que tenían la capacidad, la edad y la energía para desarrollar un proyecto, algo propio. Así fue como decidieron partir a La Mojarra, lugar donde Richi se había prácticamente formado como escalador, pues su madre vivía allí.

Richi a los 10 años comenzó a escalar en una época en que no había casi nada. La Mojarra recién se desarrollaba y comenzaban a salir las primeras rutas duras. En ese entonces él venía desde su ciudad, Bucaramanga, a escalar junto a sus amigos y dormían bajo las rutas en vivac. Por esta razón la madre de Richi decicidó comprar un terreno lo más cerca del sector de escalada posible, preocupada de que su hijo siempre dormía a la interperie. Y así, él fue invitando un amigo tras otro; mientras más se desarrollaba en la escalada, más gente conocía y convidaba a su casa, hasta que la madre ya no tuvo la capacidad para atender tanta gente y decidió entonces poner un pequeño hospedaje, donde Richi y sus hermanos comenzarían a trabajar y a colaborar también.

Cuando Alex y Richi llegaron de Suesca, pensando qué podían hacer, vieron en venta el actual terreno en que está el Refugio actualmente, donde había una básica infraestructura. En ese entonces los terrenos estaban muy baratos y particularmente, este paño parecía no valer nada porque no tenía tan buena tierra para la siembra. Vieron la oportunidad de inmediato, con la experiencia previa de Richi en el hospedaje de su madre, pues como dice el dicho, se alinearon los planetas para que todo funcionara: “el hombre correcto, en el lugar correcto en el momento correcto”. Negociaron el terreno, y listo. Hicieron el refugio.

Vista al Refugio. Foto: Axel Rinaldi

Al principio no había nada, ni baños. Con sus propias manos fueron construyendo, arreglando, sembrando, ampliando. Y poco a poco crearon un bellísimo rincón, lleno de vida, de flores y arbustos, donde los turistas y pasajeros se sienten acogidos y cómodos.

La vida que hoy llevan Alex y Richi es apasionante. Muy tranquilos se despiertan temprano en la mañana y llegan con la sonrisa más grande a saludar a sus huéspedes. Con nosotros comparten como si hubiésemos sido amigos de siempre. Cocinamos juntos, escalamos, conversamos por largos ratos. Ambos fanáticos de la cocina (Richi es chef) y muy preocupados por mantener un precioso jardín y alimentar a sus perros. Por su lado Alex, diseñadora, ha buscado desarrollarse en el Yoga, actividad que practica día a día y obviamente también como escaladora, ya moviéndose en los doces. Casi todos los días dedican sus horas al trepe o a seguir abriendo rutas. De hecho, actualmente están desarrollando un nuevo sub-sector que llamaron “La Mojarra Salvaje” pues se encuentra muy selvático todavía.

Mientras escribimos este artículo en la mañana, desde el segundo piso del hospedaje y algunos desayunan un jugo natural de moras con mango, o maracuyá con plátano, abajo, Richi acompaña a su amigo Mateo, uno de los más fuertes escaladores de Colombia. Desde la ventana, se ve un verdadero cuadro, fuertes colores, pequeñas casitas como de cuento, plantaciones, árboles frutales, un cielo turquesa y mucha paz. Qué vida que llevan estos escaladores colombianos pensamos. Y nos alegramos por haber tenido la suerte de pasar 10 días en un rinconsito mágico, de pura energía positiva y felicidad.