Casi quedé ciego // Errores de novicio que sirven para aprender

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TESTIMONIO

Me he caracterizado por ser una persona bastante ansiosa y querer las cosa rápido, salir volando para cualquier parte y partir sin pensar en más, aunque algún día tenía que pagar las consecuencias.


Fue en noviembre del año pasado cuando con Fernando, un amigo de mi pega nos propusimos subir La cumbre de la Parva 3.970 MSNM, a pesar de que intento ser un montañista bastante empeñoso, no soy tan bueno como me gustaría y no tengo un gran equipo, pero como era un ascenso según yo “rápido” no le di mucha importancia.
6:00 am y llego a la rotonda Atenas, hacía bastante frío, pero la motivación siempre es más. Por la vuelta de Cuarto Centenario escucho una moto que viene bastante fuerte y para justo en la bomba, el conductor se saca el casco y es Fernando mi compañero de cordada, nos reímos un poco ya que los dos sabíamos que nos íbamos a congelar en la subida a Farellones, pero eso era sólo un detalle.

Empezamos con la subida de las curvas y el peso de la mochila me empezó a molestar, pero como estábamos recién partiendo no le di importancia, tipo 7:20 am llegamos al lugar de destino, dejamos la moto bastante arriba y empezamos a subir cerca del camino de los andariveles. Ya después de como 1 hora de caminata me di cuenta de algo importante, no tenía anteojos.

Al principio me preocupé, luego de entender que no tenía mucha alternativa, decidí seguir adelante. Mientras caminaba me encontré con la mitad de una anteojo de seguridad enterrado en la tierra y el hielo, en un momento se me ocurrió usarlo como monóculo, pero después de pensarlo dos veces decidí seguir.
Mientras intentábamos descubrir el camino, claramente nos perdimos y fuimos dar a una construcción de aguas, bastante lejos de donde debíamos recién empezar a subir. Decidimos seguir avanzando y rodeamos una ladera en donde la nieve estaba virgen, por lo que fue bastante lenta la caminata, claramente no llevaba ropa de nieve y estaba todo mojado, pero el hecho de estar ahí era suficiente para que no me importara.

Después de mucho andar llegamos al inicio de la subida para La Parva, siendo las 12 del día era ilógico intentar hacer cumbre, así que decidimos almorzar y bajar después de un rato más de caminata. Al no tener Nada para nieve, sentarme en el piso no fue una opción y pase el almuerzo parado, mojado e incómodo, pero contemplando del paisaje.
Tipo 4 de la tarde llegamos nuevamente a la moto, lo peor ya había pasado, ahora sólo era aguantar la bajada y a descansar. Como en la curva 16 tuve que decirle a Fernando que parara por que me dolía muchísimo la espalda, al punto que no me podía afirmar y me iba a caer de la moto.
Como a las 7 de la tarde llegue a mi casa, les comenté lo que había sucedido y todos se rieron, bueno era claro, si fue un total fracaso, así que me eché un poco de gotitas en los ojos y me fui a acostar.

Tres de la mañana y me despierto con un destello en los ojos, la luz del sol me estaba quemando el cerebro y no podía abrir los ojos. Le grite a mi hermana que estaba en la pieza de alado que no podía ver, que estaba ciego. Ella un poco asustada me preguntó qué me había pasado, le dije que el sol me estaba quemando los ojos por dentro y que no los podía abrir porque toda la luz me molestaba, ella me dice, pero si la luz está apagada. Ahí me entró el susto y la verdad es que me puse a llorar como María Magdalena, me había quedado ciego, así tal cual. Me acordé de las teleseries y todo ese cuento, pero no me causó nada de gracia asique le dije que me llevara a la clínica.
Mi cuñado el muy gracioso me empieza a molestar diciendo que agarre vuelo para saltar posas y todo tipo de chistes crueles. Yo estaba con un polerón en la cabeza por que no podía ver ningún tipo de luz, ya que me quemaba los ojos por dentro.
Llamaron a la oftalmóloga de turno, porque claramente un domingo a las 3:00 am no hay nadie, y llegó bastante rápido, media chascona, pero llegó.
Me pidió que por favor me sacara el polerón de la cabeza y que abriera los ojos, le dije que no podía porque me molestaba demasiado la luz y me comentó que estaba apagada.

Fue una tortura, pero luego de que me echara anestesia en los ojos, puede calmar el dolor y lograr ver alguna que otra cosa borrosa. Ya no estaba tan ciego. Mi hermana me pide que la mire y cuando lo hago, pone una cara de asco. Mi iris era de color gris y como aquoso.
En resumen me había quemado las corneas con el sol y estaría ciego un par de días, si tenía algo de suerte quedaría sin secuelas.
Pase una semana en mi casa escuchando tele y haciendo, nada.

Mi conclusión ante lo que pasé, aparte de haberme pegado la despapiada máxima y haber pagado el noviciado como algunos dicen, es que tenemos que estar muy consientes de lo que vamos a hacer y siempre, pero siempre revisar el equipo, ya que a veces las consecuencias son mas graves de lo que uno cree.
Después de un tiempo me di cuenta que la despapiada que me pegué, me trajo secuela como no ver los número de las micros y haber rechazado el examen para manejar, lamentablemente la lección la pague bastante cara y espero que no le pasé a alguien mas.

Por: Hermes.

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