¿Qué estamos esperando para consolidar el Montañismo en Chile? Reflexiones desde Calama

Realizando un tracking por algunos foros montañeros en la web, tropecé con un cuestionamiento muy asertivo de un montañista anónimo quien se hizo llamar en dicho foro como “Medio Elfo”. Textualmente, nuestro estimado desconocido, redactó lo siguiente: 

“Mientras caminaba, se me vino a la mente la pregunta de cuál es, o debería ser, la capital chilena del montañismo. Estamos todos de acuerdo que por infraestructura ninguna actualmente puede detentar ese título, pero, cuál creen que sería la ciudad y/o pueblo ideal, tomando en consideración por ejemplo la relativa cercanía a muchos cerros de diversa dificultad técnica u otros factores que a ustedes les parezcan ventajosos con respeto a otros lugares.”

El comentario desató un apasionado y entretenido debate, donde se propusieron distintos lugares idílicos y paradisíacos que podrían merecer dicho título, entre los mencionados se encontraban: Puerto Natales, Malalcahuello, El Monumento Natural El Morado, Torres del Paine, Pucón, Las Callanas en Rancagua, Lo Barnechea, El Cajón del Maipo, Copiapó, San Pedro de Atacama, Calama… Y así seguía una laaaaaaaaaarga lista de ciudades, comunas, pueblos o lugares que bajo distintos argumentos podrían ser nombrados como «capital». Lo único claro, a mi parecer, es que Chile es el país más privilegiado de todo el Cono Sur para el desarrollo del MONTAÑISMO, así con MAYÚSCULA, ya que en este deporte (como dice un reclame por ahí), NADIE ES AMATEUR, por lo que cabe preguntarnos entonces ¿qué estamos esperando para consolidar EL MONTAÑISMO EN CHILE? Y por favor, que no se mal entienda, cuando hablo de Chile me refiero a sus 15 Regiones.

Con «consolidarlo», me refiero a PROFESIONALIZAR EL OFICIO, y lo digo desde una mirada provinciana, desde una pequeña ciudad llamada Calama que se encuentra a más de 2000 Km de la Capital… y por ende de la Federación de Andinismo de Chile y su escuela nacional de montaña ENAM. Esto lo planteo a modo de autocrítica local, ya que en todo el tiempo de bagaje montañero regional, no hemos llegado a ser lo suficientemente maduros para entender que el desarrollo del montañismo en los extremos del país jamás podrá ser sustentado desde la capital, simplemente por un hecho -o mejor dicho unos varios miles de hechos- llamados «kilómetros de distancia».

Quizá muchos puedan pensar (como yo lo hice alguna vez), “no hay nada que consolidar”, me imagino dicha reflexión propia a la naturaleza del montañismo, que nos lleva, en una primera instancia, a buscar montañistas con experiencia que nos enseñen y acompañen en nuestras primeras excursiones con el fin de alejarnos de la civilización buscando la experiencia y la satisfacción de intentar realizar alguna ascensión (CON TOOOOOOOOOODO LO QUE ELLO SIGNIFICA) para finalmente, en el mejor de los casos, realizar cumbre sin ningún espectador, público o aplauso, salvo el de tu propia cordada. Sin embargo, como todos sabemos, para lograrlo se necesita de un conocimiento vasto y a la vez sumamente específico en lo concerniente al deporte, que en sí, es de una peligrosidad altísima.

Por Victor Eduardo Rojas Tabilo

 [nggallery id=412].