El placer y esfuerzo de abrir y escalar grandes paredes: una temporada en Cochamó con todo el newen

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Esta historia comenzó en la temporada 2012 cuando Chicote, Beno y yo, creyendo que íbamos por la ruta «Eazy-does-it», en Trinidad Norte, nos perdimos y comenzamos a abrir una nueva vía, a la derecha de la ruta «La Orca». Con poco material de protección, y muchas ganas de escalar, logramos abrir seis largos muy buenos. Pero debido a que cayó una piedra en mi ojo derecho, tuvimos que dejar hasta ahí la escalada. Me hicieron curaciones y quedé en reposo. Ese mismo día nos dijimos: “este otro año, terminamos la vía sí o sí, si el clima nos deja”.

El 15 de enero del 2013 comenzó nuevamente el viaje, esta temporada Juan Ignacio Jiménez (Beno), por motivos personales, no pudo acompañarnos y se integró a la expedición Gomar Fernández, quien a parte de ser mi cordada, se encargó de filmar toda esta aventura. Este año, la idea era estar en Cochamó desde el 15 de enero y todo febrero, para poder guiar a mis alumnos avanzados a las grandes paredes, de modo que con la llegada de Chicote, el 1° de febrero, realizáramos la apertura tan ansiada.

Con Gomar llegamos a Cochamó y nos instalamos en el campamento Beleza. El primer día escalamos la vía clásica Apnea para calentar los dedos. Y al día siguiente nos juntamos con mis alumnos Max y Sebastián Chaves y escalamos la ruta «Camp farm», una clásica del cerro La Junta. Ese día estuvo muy provechoso y se aprendió bastante.

Después de un día de descanso con Gomar, partimos a las cinco de la tarde al Cerro Trinidad en busca de la ruta «Eazy-does-it», vivaqueamos cerca de la pared y a las cinco de la mañana, partimos con todo el newen a escalar la vía. Nos demoramos cinco horas desde la base de la pared hasta la cumbre, más una hora en la bajada. Estábamos súper felices y motivados, era mi primera vez en alcanzar la cumbre del Trinidad. Llegando al campamento Beleza, nos encontramos con nuestros alumnos Joaquín Freyre y Martín Torres, que estaban ansiosos de conseguir su objetivo: escalar una gran pared. Después de descansar un día, partimos con los chicos al valle de La Paloma, en donde logramos escalar la ruta «Fiesta de monos», una vía que asciende hasta la cumbre y regala una vista hermosa del valle. Fue al llegar a la cima que decidimos, con Gomar, que volveríamos para abrir una vía en ese valle tan lindo, y de paso, poner en práctica todos los conocimientos de apertura en pared.

El Gomar disfrutando de su penhouse

 (Vía) «Ghobraham, el Señor de los Tábanos», 6C+, 150 m.

Primera apertura de la temporada

Después del descanso correspondiente y una buena dosis de compañerismo en el campamento, nos pusimos en marcha a La Paloma. Llegamos al atardecer y dormimos muy bien esa noche. A primera hora elegimos la línea y comencé abriendo el primer largo, una fisura de dedos muy continua y de muy buena calidad. El segundo largo lo abrió Gomar, una gran laja muy estética graduada en 6A, pero con una gran cantidad de tábanos picándonos, que nos dejaron locos. Me preparé para el tercer largo que parte por un diedro sellado, obligado a comenzar una travesía en artificial. Pero cuando estaba colocando la primera chapa, la broca murió… Revisamos el petate y habíamos dejado la broca de repuesto abajo. No quedó más que irse a la carpa y volver al día siguiente.

Nos levantamos muy temprano y aprovechamos de limpiar y liberar los dos primeros largos. Con la broca nueva me pegué la travesía por la placa, seguí por un filo, y pasé otra sección de placa en artifo, luego una fisura de dedos muy atractiva para salir por una de puños. Pusimos los anclajes inox correspondientes y con sólo un rapel de 60 metros, nos fuimos caminando para la casita, con la ruta “Ghobraham el señor de los tábanos” tres largos 6.C+, 150 metros y mucho aprendizaje. Ese día bajamos al campamento Beleza, y repusimos las energías con un festín de pizzas y la fogata correspondiente.

 En la gran terraza  antes de bajar de la apertura del petateo

(Vía) «El petateo dignifica al hombre».

Llegó Chicote

Se nos fue enero con todo el sol que habíamos soñado las tres temporadas pasadas. Y el primer día de febrero llegó Chicote.

Las predicciones metereológicas decían que se venía toda la semana con sol, asi es que por fin llegaba la oportunidad tan esperada. Teníamos la planificación lista, habiendo decidido que esta vía la abriríamos en estilo cápsula, sin bajar de la pared. Aparte de llevar todo el material de escalada, ferretería, cuerdas, hamacas, comida, 25 litros de agua y la ropa necesaria para dormir colgado, también cargamos todo el equipo de filmación y los cachureos de Gomar… Así, con la ayuda de los amigos motivados, nos pegamos el porteo a la base del Trinidad. El día que siguió lo dejamos de descanso y aprovechamos de caminar a la preciosa laguna del valle Trinidad. ¡Muy buena vista!

En la mañana siguiente comenzamos el porteo a la base de la pared y después de ordenar el petate y el equipo bajo la ruta, Chicote realizó el ritual de permiso y pago con hojitas de coca , para que la pachamama y los ancestros nos guiaran en esta aventura.

Primer día en la pared

Tuve el honor y compromiso de abrir y tratar de liberar toda la ruta, comenzando por un primer largo de fisura en un diedro, con una salida muy buena y aérea y dando inicio al izado de petates. El segundo largo era una travesía corta a la derecha, para conectar con nuestro tercer largo, una placa muy fina, que ya era parte de la vía el «Restorán del fin del Universo». De esta placa salí a una fisura de puños muy linda y continua. Luego monté la reunión móvil, coloqué la cuerda fija de Gomar, y montamos los anclajes fijos. Pusimos por cuarta vez el sistema de poleas y nuevamente nos pusimos a izar el gran petate. En menos de treinta minutos, este quedó fijo en la reunión. Con la zona lumbar un poco adolorida, por los cuatro petateos, comenzamos a montar la hamaca en la que dormiríamos Chicote y yo. Dos metros más abajo Gomar armó su hamaca de camping. Esa noche fue muy especial, era como estar viviendo un sueño, recordamos viejos tiempos y disfrutamos de un hermosos paisaje a la luz de la luna.

 Camp belleza

Sector del Camping Beleza

Segundo día en la pared

Despertamos motivados pero muy cansados, desayunamos y desarmamos rápidamente las hamacas, no había tiempo que perder. Comencé el quinto largo, una chimenea de 60 metros, la cual el año anterior me había costado bastante, pero este año fue sólo disfrute. Nuevamente instalé la reunión, fijé la cuerda de Gomar, armamos la reunión fija y comenzamos el tortuoso petateo por la chimenea del terror, con mucho roce. En el sexto largo de la vía, un Off-width de 60 metros de pura realidad, había que llevar dos friends n° 5; el primero se pudo dejar al principio de la ruta y el segundo lo arrastramos hasta donde se pudo.

Saliendo de la fisura llegamos a la gran terraza, donde monté la reunión y lo mismo de siempre… izar, izar, izar. Dejamos los petates en la gran terraza, comimos, descansamos un par de horas y las seis de la mañana aproximadamente, comencé a abrir el séptimo largo. Salí a la derecha de la gran terraza, escalé unos diez metros de placa y montado en una pequeña terracita, pedí a mis compañeros el taladro para colocar una chapa. Posteriormente continué la travesía para conectar a una fisura de mano, que tiene un paso decisivo, luego seguí disfrutando la fisura, pero con incertidumbre, ya que este largo era completamente nuevo para mí. Esta vez llegué a la reunión y avisé a mis compañeros que subieran rápido y sin los petates. Porque presentía que la cumbre estaba muy cerca.

El octavo largo fue muy lindo, pasando por muchos bloques con buenas fisuras, y el noveno largo sólo una salida y unos trepes de cuarto grado. La última parte fue una caminata de 200 metros aproximadamente, para alcanzar la cumbre y darnos el abrazo correspondiente. Nos sacamos unas fotografías y comenzamos la bajada con la salida del sol. Llegamos a la gran terraza de noche, comimos excelente y dormimos como en un hotel mil estrellas.

Tercer día en la pared

Despertamos y organizamos la bajada. Fueron seis rapeles cargados como equeco más el descenso del gran acarreo del Trinidad que nos dejó hechos mierda. Cuando llegamos a la base estaban los amigos esperándonos, nos reímos, disfrutamos la compañía, compartimos experiencias, comimos y nos hidratamos. Sólo nos quedaba el  trekking al campamento Beleza, pero aquí pudimos descansar y recuperar algo de energía.

La escalada continúa…

Pronto llegaría la lluvia, era lo que se comentaba, por lo que con toda la motivación, partimos al anfiteatro, a intentar la vía “Excelente mi teniente”. Linda escalada, hasta que en el octavo largo la lluvia nos envió de regreso al campamento. Habían llegado diez días de mojadera intensa. Los días se hacían cada vez más largos aunque compartíamos con los amigos y tratábamos de mantener el fuego encendido.

Salió el sol y con esto salieron las intensas ganas de escalar. Le dimos entonces a “Bienvenido a mi insomnio”, ruta que para mí fue mágica y muy motivadora, ya que me di cuenta de que tengo mucha suerte de hacer lo que me gusta  y sobre todo enseñar y transmitir esta pasión a mis amigos.

Así terminó este viaje, lleno de bendiciones y mucho aprendizaje.

Agradecimientos: quiero agradecer a todos los amigos que disfrutamos del campamento Beleza, a mi familia que siempre me apoya incondicionalmente, a la escuela de escalada Newen que es mi mayor tesoro, a mis alumnos que demostraron todo el newen que llevan dentro, a Patagón que me facilitó el taladro y su petate, a mis compañeros de viaje Chicote y Gomar, por soportarme y colocar todo su newen en este proyecto y la revista Escalando que siempre nos facilita  el espacio para difundir nuestras actividades.

PD: Los topos y las descripciones de estas dos rutas  se encuentran en el libro de rutas de Cochamó.

Por Abraham Navia

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