Pedro Pablo Sermini ganador del Desafios Cumbres MHW, da su relato.

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El pasado Domingo 28 de Abril se realizó una competencia sin precedentes en nuestro país, El I° Desafío Cumbres de Mountain Hardwear. Veinte corredores fuimos invitados al evento, que prometía ser muy duro y exigente.

El lugar de partida fue la laguna de Piuquenes a 3400 msnm, desde temprano había nerviosismo entre los montañistas, escaladores y  runners inscritos, nadie tenía la experiencia de una carrera de este tipo; si bien los más serios montañistas habían realizado en innumerables ocasiones el recorrido, nunca en una competencia. Los runners decían que jamás habían estado a esa altura, no conocían el circuito y desconocían por completo como funcionaria su cuerpo en semejante condiciones. Para todos era una nueva experiencia.

10:00 am ¡y partimos! Todos a un ritmo muy fuerte. La primera subida era muy empinada y exigente, subíamos en dirección a la Falsa Parva  a 3790msnm con nuestro mejor ritmo de competencia, habían unos muy arriba y otros que ya se quedaban más atrás, se veía de inmediato el fuerte ritmo de la carrera. Primer control y corríamos rumbo al cerro La Parva, miradas entre los corredores y algunas palabras de intento de trabajo en equipo, todo espontáneamente. El ritmo seguiría muy fuerte, como nunca va uno en el cerro, a tope.

Llegamos al control de La Parva y nos tocó la primera bajada, aguantándonos las piedras en las zapatillas, para nuevamente, subir rumbo al cerro Pintor de 4200msnm. Un pequeño plano permitía correr, pero luego de una extenuante subida, cada paso se hacía más lento, incluso al mejor ritmo de cada uno.

Una vez en la cumbre del cerro Pintor, nuevamente tocaría bajada. Se sentían las miradas entre los que iban adelante y atrás, siempre muy buena onda entre los participantes. Nuevamente piedras en las zapatillas y un plano donde correr a más de 4 mil metros de altura. Cada corredor daba lo mejor de sí, la concentración y motivación eran claves para poder lograr el mejor esfuerzo.

Mientras corría miraba hacia atrás y veía corredores, lo mismo hacia adelante, «tengo que alcanzarlos» pensaba constantemente, como meditando. Cruzamos todo el sector de cancha de carreras (ahora tiene un nombre lógico) y por fin alcanzábamos el filo del cerro Leonera de 4954msnm, pasando por tramos rocosos y empinados, que hacían imposible correr en esa parte; era por lo tanto, tiempo de hidratarse y comer algo liviano mientras nos movíamos al mejor de nuestros ritmos de subida. Algunas víctimas de la altura iban quedando en el camino, sentados algunos y otros sin poder seguir subiendo… los demás, con su mejor esfuerzo ¡seguían con todo para arriba!

Finalmente, luego de unas horas de lucha constante con la mente, la concentración, respiración y dolor de piernas, llegamos a la cumbre del cerro Leonera, pensé «qué felicidad llegar a la cumbre», pero luego de unos segundos me di cuenta que recién estaba en la mitad de la carrera y ya me sentía destruido. A esa altura ya había alcanzado el primer lugar pero sabía que para mantener ese puesto tendría que aplicarme en toda la bajada. Mientras descendía, me topaba uno a uno a los valientes que se atrevieron a participar del desafío, unos con cara muy feliz, otros no tanto… Pero nos saludábamos y dábamos ánimo, ¡siempre con mucha camaradería!

La bajada para llegar a los pies del cerro El Plomo fue eterna, por medio de un acarreo sin sendero alguno, en que trataba de correr pero me caía, ya que todo el suelo estaba suelto. Me mantuve concentrado para seguir, luego de mirar hacia atrás y no ver a nadie.   Sin embargo, como «el cerro engaña» seguí dándolo todo, empujando mi mente a seguir, tratando de pensar que las rodillas en realidad no me dolían tanto, lo mismo con las piernas.

Finalmente y luego de 4 horas y 29 minutos llegué a la meta, las subidas y bajadas me dejaron destrozado ¡pero feliz! No me lo creía. Todo el evento de lujo, recorrido de lujo, organización de lujo, colegas corredores-montañistas de lujo, puestos de control, lo mismo. ¡Qué felicidad poder participar en competencias de este nivel! De hecho rápidamente me preguntaron si quería un masaje y no lo pensé dos veces… cuando ya estaba arriba de la camilla, mientras pasaba el tiempo y veía que iban llegando corredores. Los amigos llegaron en muy buenos lugares y nos felicitamos, estábamos todos muy contentos, «¡qué buena carrera!» comentábamos, «qué ganas de que estas carreras sean más seguidas«. Mucha más gente iría al cerro.

Gracias a Chopo Diaz, Sebastián Rosende y Mountain Hardwear por la impecable organización, se agradece la iniciativa y buena onda.

Por Pedro Pablo «PEPA» Seremi

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