¿El grado o el disfrute?

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Foto: Estefi en Palestras // Rou Albornoz

La primera vez que tuve la fortuna de escalar pensé “¡¿cómo es posible que me haya estado perdiendo de esto toda mi vida?!” Fue amor a primera vista y en ese momento decidí que la escalada formaría parte de mi vida. Obviamente que las primeras salidas apenas sabía qué grado eran las rutas (todas muy fáciles, aunque yo sufría) pero en verdad ni me importaba. Lo disfrutaba tanto y era tal el desafío que ni siquiera me daba tiempo para pensar en algo más difícil. Incluso me tomó varios meses internalizar el concepto “encadenar”. Escalar una ruta, parar en algunas secciones y retomarla era igual de bueno y entretenido que hacerlo de una sola vez.

No puedo decir exactamente cuando fue, pero, como a casi todos, el bichito por “progresar” y subir de grado me picó. ¿Por qué es tan importante el grado? No niego que refleja trabajo, constancia, dedicación, pero, ¿qué real aporte entrega más que una satisfacción personal? Evidentemente que encadenar un 11, 12 o 13 no nos acerca a la salvación de la humanidad, ni cura de alguna enfermedad. Es un logro muy valioso, nos genera una satisfacción increíble pero es pasajera pues lo más probable que poco después de encadenar ya estamos pensando en lo que queremos encadenar después. Incluso la satisfacción y alegría se desvanece cuando estamos lidiando con otra ruta que nos cuesta: la nueva vía que estamos trabajando es nuestro punto de concentración y la alegría de la ruta ya encadenada queda en el pasado.

No es más escalador quien encadena rutas más duras. No quiero que me malinterpreten y crean que no considero valioso y meritorio superarse en grado, sin embargo, creo que no hay que sobrevalorarlo. Ese tipo de logros no nos definen como personas. No somos mejores o peores según nuestro desempeño “escalístico”.

Independiente del grado que escalemos, siempre habrán escaladores más fuertes. Creo que plantearse un grado como objetivo es completamente válido siempre y cuando la fijación no sea tan obsesiva que dejamos de divertirnos y de disfrutar el mundo de la escalada (todos sabemos que la escalada es mucho más que darle a una ruta).

Constantemente se habla que la escalada es meditación en movimiento. J. Krishnamurti (1895-1986) fue un reconocido escritor y orador en materia filosófica y espiritual y en su libro “Esa luz en uno mismo” se refiere a la meditación: “En primer lugar, la mente debe estar callada, prestando la máxima atención, pero sin calificar, comparar ni desear nada. Ese estado de atención en el que el “yo” se encuentra totalmente ausente, es meditación.» Creo que es muy fácil comenzar a escalar con una mente inquieta y en una no-meditación. Siempre estamos comparando todo. Comparamos la ruta (es más fácil o difícil que otra), nos comparamos nosotros mismos (antes esto no me costaba tanto, antes era más fuerte, etc.) y nos comparamos con el resto (soy menos o más fuerte que otra persona). Si pudiésemos subirnos a una ruta sin esos juicios, concentrados, en sintonía y con la idea de disfrutar, cada escalada sería placentera y seguramente los encadenes llegarían fáciles. Realmente estaríamos hablando de una meditación en movimiento. Es probable que hayan vivido esa experiencia, creo que el esfuerzo real (más que hacerse muy fuerte físicamente) es que cada pegue, independiente de las características y grado de la ruta sea una meditación en movimiento.

Recordemos que todo es pasajero, todo cambia, lo cual implica un constante trabajo de desapego (incluso de los logros). Si ya no se puede volver a encadenar tal ruta -por el motivo que sea- eso no tiene nada que ver con el “valor” de la persona. A causa de una lesión no estoy escalando y lo único que deseo es volver a disfrutar de la escalada como en mis primeras salidas, sin preocupaciones, sin autoexigencias, comparaciones y sin autocríticas. Creo que la parte fundamental de todo escalador y escaladora es tener presente que, como muchas cosas en la vida, la escalada también debiese ser un juego. Un juego sin perdedores y de pura diversión.

Nunca está de más recordar que esta es una reflexión completamente personal que simplemente quiero compartir. Quizás no es aplicable a “todo el mundo” (si ud. es escalador profesional puede que no esté completamente de acuerdo con todo lo que digo), sin embargo me gustaría imaginar que a muchos otros escaladores podría hacerle sentido.

Por Stefi

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