Madagascar // Descubre Nosy Hara

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Un 8a fotogénico. Foto: Alvaro Diaz

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Empieza al amanecer.

El sonido de las olas susurrando en la orilla, a tan sólo unos metros de tu carpa, te despierta y te envuelve en un sueño.

Te frotas los ojos y elongas la musculatura, aún adolorida por la escalada de ayer. Caminas fuera de la carpa para darle la bienvenida a otro día en el paraíso.

Arena blanca y trocitos de coral cosquillean los dedos de tus pies.

Una gentil brisa besa tu piel mientras te colocas el traje de baño.

Das cinco pasos por unas pequeñas  dunas y te sumerges en las turquesas aguas que a estas tempranas horas del día ya se encuentran tibias y agradables.

Lentamente te diriges hacia la única “edificación” que se erige en la isla. Una pequeña cabaña donde una taza de café caliente y tostadas con mermelada  te esperan.

Aliméntate. Vas a necesitar toda la energía que puedas para el día que se viene adelante.

Rutina mañanera completa, estómago fortificado; te diriges hacia la carpa a buscar la cuerda, cintas express, zapatillas y arnés.

Equipado y listo para la acción, caminas hacia el bote que te espera en la playa, su casco pintado de amarillo y naranja se menea gentilmente en las calmadas aguas malgaches.

Blancos Pájaros del Paraíso danzan a lo alto, y mientras el bote se aleja de la playa, divisas un grupo de delfines jugando en el mar.

Después de una mañana de escalada en una isla sagrada donde han sido enterrados antiguos reyes de Madagascar, el mismo bote viene a buscarte para el delicioso almuerzo. Por supuesto que la comida esta lista y esperándote cuando vuelves.

Comes. Después tomas una siesta.

Despiertas y buceas alrededor de tu isla/hogar por algo así como una hora. En esta hora divisas una tortuga, un pulpo morado gigante y como setenta y cinco diferentes variedades de peces tropicales entremezclándose con los corales que se extienden debajo.

Sales del agua. Te entregas al sol por alrededor de cinco minutos hasta que tu traje de baño está seco y la sal comienza a picar tu cada vez más oscura piel.

Tomas el equipo. Vas y escalas un par de rutas más.

Cuando tus brazos y dedos ya no pueden más, te sumerges en el agua de nuevo. O lees un libro. O tocas la guitarra. O conversas con los otros seis escaladores que comparten tu hogar paradisiaco. O simplemente haces…..nada. Solo estar, en el paraíso.

Cuando el sol empieza a ponerse, todos se juntan para la cena y un vaso de ron o un trago en base a mango. La cena de hoy consiste en calamar y cinco pescados de nombres impronunciables. Todos ellos cogidos sólo horas antes de la cena.

Disfrutas unas pocas sonrisas. Observas como el cielo cambia desde al azul más profundo, luego al morado y finalmente al negro. Eres testigo del renacimiento de diez mil estrellas del hemisferio sur.

Deambula de vuelta a tu carpa. Duerme.Enjuágate.
Después.
Repite.

Bienvenido a Nosy Andatsara.
Bienvenido al paraíso.

Cuando la escalada no es suficiente… foto New Sea Roc

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Elegí estas palabras escritas por mi novia para intentar retratar la experiencia que significa disfrutar de Nosy Hara, un grupo de islas situadas en el extremo norte de Madagascar y que es simplemente un paraíso terrenal para quienes disfrutamos de la escalada, de la belleza que existe en la simpleza, del contacto con la naturaleza y la desconexión a nuestras rutinas del diario vivir.

Y no es que las rutinas desaparezcan, sino cambian, por otras quizás un poco distintas, pero infinitamente más disfrutables. En esta rutina solo te preocupas de comer, de escalar, de arrojarte al mar, de compartir, de escalar un poco más, de comer un poco más, y de descansar. En resumidas cuentas tus necesidades se reducen a las más elementales y las típicas preocupaciones se pierden en espacios lejanos, pareciera como que retrocedes en el tiempo e ingresas a otra dimensión.

En Madagascar se puede encontrar una escalada de lujo, y lo que está “desarrollado”  se encuentra principalmente en dos regiones de la isla. Desde la escalada más «hardcore» en el sur; donde el Tsaranoro y sus impresionantes formaciones de granito dan lugar a un grupo de Big Wall’s bien demandantes (entre ellas se encuentra una de las rutas más duras liberadas en el planeta: Tough Enough, 8b+).  Hasta la escalada deportiva más playera y relajada en el norte, en Nosy Hara.

Este artículo en particular es una breve reseña de la escalada disfrutona del norte de la isla.

Nosy Hara es un archipiélago de islas sagradas para la población malgache, una tierra llena de tabúes, misticismos y antiguas tradiciones (un ejemplo: no puedes apuntar con el dedo a nada, ni a personas ni a espacios o lugares, ni tampoco puedes gritar). El grupo de islas provee un lugar de ensueño para la práctica de nuestra tan amada actividad: islas de caliza virgen y de distintos colores; chorreras, estalactitas, orificios y regletas; y todo aquello, con una adherencia de otro mundo, casi que sientes que tus manos adquieren los superpoderes de un Gecko tan sólo por experimentar la exquisitez de la roca.

Nosy Hara y sus islas amigas proveen una escalada que es entretenidísima, para jugar y sonreír en lugar de frustrarte si es que hay movimientos que no puedes resolver. Escalar por el grado es un motivador que simplemente no emerge aquí, en lugar de eso, lo más probable es que escales  por sólo disfrutar y en ese proceso te encontrarás con algunas de las rutas de escalada deportiva más bellas que personalmente he tenido la oportunidad de escalar. Casi todas las vías aquí son lindas, no recuerdo haber probado una mala, y si lo hice, después me tiré un piquero y al parecer se me debe haber olvidado.

El lugar, como escenario, es simplemente increíble; Madagascar es otro mundo, uno único, y como en ningún otro lado existe. Esta singularidad -y a la vez fragilidad- hacen de esta isla un destino bastante comprometido, de no fácil acceso y donde se requiere desembolsar una cantidad importante de dinero para poder llegar.

Pero si es que la distancia no es un dilema, y estas buscando algún lugar para ir donde la escalada converja con una aventura en un lugar y culturas diametralmente distintas a lo que estamos acostumbrados, Madagascar es el lugar para ir. Para mí es definitivamente uno de los lugares más exóticos, excitantes y mágicos que he tenido la oportunidad de visitar. Volvería a ir y se lo recomendaría a cualquiera sin siquiera dudarlo.

por Alvaro Diaz. Fotos: gentileza Alvaro Diaz.

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