Antoine Hernandez, fuerte escalador conectado con la roca

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Antoine Hernandez:

“Si bien todos somos diferentes (…), todos nosotros tenemos algo en común que nos hace una comunidad. Y eso es la escalada, cada persona la disfruta de manera diferente y por ello tiene el derecho a no ser juzgada”.

“Pasando piola” sin duda es la mejor forma de describir en este momento a este joven -pero experimentado- escalador, cuya escalada comunica más que sus palabras. Con un claro y determinado estilo “a morir” (GTD) asume sus riesgos y enfrenta con serenidad sus desafíos. En esta entrevista nos comenta sobre su evolución en el deporte y nos deja entrever cómo entiende la escalada hoy en día, después de 11 años metido -y no tan metido- en este mundito nacional.


Nombre completo: Antoine Philippe Hernandez Espinoza.
Edad:
20 años.
Peso: 62kg.
Estatura: 1,65.
Auspiciadores: Madrock.
Grado a vista: Adicción, 7a+, Las Palestras.
Grado trabajado: 7c+.
Encadene destacado: Manjar de dedos, 7c, al quinto pegue.

¿A qué edad comenzaste escalando, cómo fueron tus inicios en la escalada?

Me inicié a los nueve años en el Club Andino Wechupún, influenciado por mi hermano que practicaba escalada. Además me quedaba cerca el gimnasio y en esos tiempos la escuela la manejaba Manuel carrasco, responsable de haber impulsado a la mayoría de los escaladores seleccionados entonces. Así, con mucha motivación que también se alimentaba por todo el ambiente que se formó y un duro entrenamiento, fui de apoco integrándome en los campeonatos y subiéndome a los podios. Pero luego de unos años, Manuel dejó la Escuela de Escalada Deportiva dejando un vacío muy grande en la escuela. Como sucesor quedó a cargo Le Pinot, un escalador que admiro hasta hoy por su sacrificio por la escuela en esos momentos y gracias a quien participamos en varios procesos selectivos, pero nunca concluimos una participación afuera del país. Por esta razón, perdí la motivación por lo que amaba y me alejé algunos años de la escalada.

¿Compartes esta afición con amigos y familia?

Sí, gran parte de mis amigos son escaladores y casi todos mis hermanos han escalado alguna vez, en especial uno de ellos, que en este momento está muy motivado y ha sido compañero de muchos viajes de escalada que he realizado este año. Con mi “partner”, Jean, ahora que hemos vuelto a practicar este deporte, luego de habernos alejado unos años, tenemos una hermandad inseparable, la misma que teníamos cuando comenzaron nuestros años trepadores.

¿Qué te influyó para seguir escalando como lo haces hoy?

En gran parte mi regreso se debe a mi amigo y confidente de mis logros, Claudio Carozzi, quien me mostró la otra cara del espejo. La pureza y belleza que se siente en la escalada en roca es simplemente inigualable; las grandes paredes, la energía, ¡una conexión que nunca había sentido! Gracias a él y al mundo en el que actualmente me encuentro, he aprendido a ser un romántico, un “romántico de la escalada” quien ama lo que hace y ama escalar.

¿Cómo definirías tu escalada?

Mi escalada es 100% a muerte. He tenido la suerte de tener influencias de la vieja escuela y justamente, la “old school” es así; libertad de mente y gran capacidad cognitiva.

¿Algún recurso que tengas que mejorar y trabajar para mejorar tu escalada?

Siempre me ha faltado resistencia, es un factor que cuesta mucho adquirir.

¿En qué plano de la escalada te sientes más a gusto?

Suelo escalar en todo los tipos de planos, creo que eso hace a un escalador completo, pero últimamente he tenido un apego a los verticales y positivos, me encanta la placa.

Lugar preferido para escalar:

Palestras y Coquimbo es la combinación perfecta.

Ruta más significativa: ¿cómo fue esa escalada?

Sin duda la ruta que más me ha tocado es “Icaro”, con partes positivas y plaqueras. Es una vía que pone a prueba todos tus conocimientos, con una altura de 23 metros aprox. Los ocho primeros metros se componen de una placa muy técnica, seguidos por una secuencia tranqui, para rematar con un techo imponente. Esta hermosa vía se encuentra en Palestras, una de las mejores escuelas de roca en chile. Esta vía tiene gran significado para mí. Estando montado en Icaro, sentí que mi cuerpo estaba inmerso en una paz absoluta, sólo yo y mi paralelo mundo, alejado de la ciudad, con toda la belleza del Valle del Manzano hacia el horizonte. La ruta es simplemente única, en ella me di cuenta verdaderamente de lo que es escalar. No es grado, no es peligro; es conexión. Si tienen la oportunidad de “conectarse” con esta vía, se darán cuenta por qué se llama Icaro.

¿Qué piensas sobre el entrenamiento?

El entrenamiento -por lo menos para este deporte- es muy fundamental, ya que ejercitas todo el cuerpo, debes estar en forma siempre, te exige mucha dedicación y tiempo si quieres ver resultados… Yo tengo la suerte de estar en este momento en el taller “Escalando en Penumbras” y entrenando en la escuela selectiva de la federación, donde con sólo dos días a la semana (martes y jueves), ya he podido presenciar una evolución de grandes promesas y sé que en esta escuela se formará un linaje de escaladores con un pensamiento diferente. Entrenar siempre es necesario, no sólo para el cuerpo, también para la mente y el alma. Ese es el mayor plan de entrenamiento entregado por esta escuela.

¿Compites?

Sí, aunque en este momento no llena toda mis expectativas de la escalada.

¿Qué es lo que más disfrutas de la escalada?

Últimamente todo lo que hago gira entorno a este mundo, y desde que vivo así, no he parado de disfrutar cada momento; todo es bello, la conexión inevitable con todo lo natural, la calma que se genera en este ambiente, la casi irrompible buena onda que se forma. Todo esto me lleva a lo que más disfruto y a estar ahí, donde ya saben.

¿Qué tienes tú para entregarle a este lindo deporte?

Mucho esfuerzo y ganas para enseñar que la escalada es más que un deporte, porque se transforma en algo esencial en la vida y nos llena día a día.

¿Algún escalador o personaje que admires? ¿A qué escalador tendrías en un poster en tu pieza?

De pequeño he sido admirador del mítico Wolfang Gullich, quien más que un escalador, fue un “monje de la roca”, responsable de la evolución mental adquirida en las últimas décadas en torno al deporte, sin contar sus primeras ascensiones en la Patagonia y su responsabilidad por lanzar el grado a las nubes. Fue uno de los primeros freesolistas también. Sin duda, Gullich es más que el recuerdo de un escalador power; es una leyenda que nunca olvidaremos.

¿Algún proyecto en el corto o largo plazo?

A corto plazo es estudiar pedagogía, creo que complementaría mi necesidad de enseñar y transmitir conocimientos y experiencia a las futuras generaciones. A largo plazo, escalar por todo los lugares más legendarios de escalada del mundo.

Un mensaje para la comunidad escaladora que lea esta entrevista…

Amigos y amigas escaladores, agradezco toda la ayuda que me han brindado. Ha sido fundamental cada grano de arena que me han aportado para mi desarrollo como escalador. Toda esta ayuda me ha enseñado que la escalada se disfruta. Amigos y amigas; si bien todos somos diferentes, distintos puntos de vista, distintos estratos sociales, todos nosotros tenemos algo en común que nos hace una comunidad. Y eso es la escalada, cada persona la disfruta de manera diferente y por ello tiene el derecho a no ser juzgada. Libérense de prejuicios y verán como las vibras empiezan a liberar una energía positiva que hará que todo ande bien y pensar siempre en la roca, que nos hace tanto bien. Y no se olviden de llevar su tabla de surf, que hay olas verticales gigantes para surfear.

Por Carlos Cajas «Charly Box» y Tomás Contreras. Fotos mismos autores.

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